Un amor poderoso, absoluto como ningún otro.

Siguió avanzando, con esa luna mágica siguiéndole los pasos sobre su hombro derecho. La ciudad que observaba bajo sus pies parecía estar desierta, y algo... una presencia singular se deslizaba por las calles haciendo que esta pareciera un lugar diferente.

Por supuesto, era solo una apreciación fantasiosa. Las calles eran las mismas, los edificios estaban en su lugar habitual y su querido café secreto apareció ante sus ojos, como cada noche, iluminado por las velas y los farolillos. Antes de llegar al borde, ya sintió una descarga de emoción porque eso significaba que Marinette ya estaba allí.

Aterrizó ansioso y lanzó una mirada circular a aquel espacio sorprendente, tan irreal le parecía a veces como si hubiera salido de un cuento...

Yo no sé si esto es una historia que parece cuento...

Las palabras resonaron entre las paredes de su mente. ¿Sería capaz de recordar dónde las había leído?

Ahora no era el momento.

Buscó a la chica con la mirada y la encontró tumbada en la hamaca, cubierta por una ligera sábana aunque esa noche apenas hacía frío. Se acercó a ella con el corazón anhelante, con el cosquilleo ardiente en las palmas de sus manos enguantadas. Ella tenía los ojos cerrados, y aunque le extrañó un poco, su alegría no le permitió ver más.

—Buenas noches, princesa —Saludó con galantería, como siempre—. ¿No es un poco temprano para nuestra siesta? —Al no recibir una respuesta inmediata, sus ojos escrutaron mejor el rostro femenino y notó, entonces, la pálida piel, el ligero fruncimiento en las cejas y sobre todo, el rictus de dolor que contraía los rasgos. Y algo se activó en su interior—. ¿Marinette? —preguntó. Ella parpadeó despacio, apretando solo un poco la rígida línea de sus labios—. Marinette... ¿E-estás bien?

Al fin, ella abrió los ojos y le miró, adormilada.

—Hola, gatito...

—¿Qué te pasa?

—No es nada...

—¡Por supuesto que debe ser algo! —Chat Noir sufrió un espasmo cuando los cálidos sentimientos que lo habían llevado hasta allí se transformaron en miedo, angustia y pánico. Acercó su rostro al de ella, pero no notó que su temperatura fuera superior—. ¿Te duele algo? ¿Qué sientes?

—Me duele el vientre —confesó ella, apretando un poco los dientes—. Y estoy un poco mareada...

Eso era suficiente para él.

—¡Te llevaré a un hospital ahora mismo!

—¿Qué? ¡No, no es necesario!

—¡Sí, sí que lo es!

—Chat Noir, no es nada...

—¡Puede parecer que no es nada! —exclamó él—. A veces la gente empieza a encontrarse mal y no parece nada grave, y después resulta que ellos... ellos... —El recuerdo, terrible y doloroso, del destino final de su madre le golpeó robándole las energías y la poca calma que le quedaban—. Tú no...

>>. ¡Te llevaré a un médico para que nos diga qué te ocurre!

Marinette, un poco más despejada, resopló ocultando su rostro en la tela de la hamaca. Alzó los ojos y le miró, sus mejillas habían recuperado algo de su color.

—Yo ya sé lo que me ocurre y no es nada —repitió. Volvió a resoplar, todavía con más fuerza y confesó—; es que resulta que estoy... en esos días difíciles del mes...

Maullidos a la Luz de la Luna (Reto Marichat May 2021)Where stories live. Discover now