ᴅɪᴀs ᴘᴀsᴀᴅᴏs; ᴀᴄᴀᴅᴇᴍɪᴀ ᴅᴇ ᴄᴀᴢᴀᴅᴏʀᴇs ᴅᴇ sᴏᴍʙʀᴀs

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Academia de Cazadores de Sombras, 1889

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Academia de Cazadores de Sombras, 1889.


Annabel Pov's.

   El ángel permanecía mirando hacia abajo, hacia un patio repleto de estudiantes, que querían convertirse en los mejores cazadores de sombras que podían llegar a ser.   

   Yo no quería eso, no quiero en realidad, ¿Por qué tener que estar matando demonios y sufriendo con que ellos te maten algún día? Es patético, simplemente desagradable.

   Vi a un niño un poco alto y pelinegro, lo reconocí al instante, James Herondale, el hijo Tessa y Will, madre me había presentado la señora Herondale cuando fuimos al instituto una vez pero James no estaba. Se veía un tanto nervioso pero no demasiado, él caminó lentamente entre la multitud para llegar hasta mi hermano y mi primo Christopher, James se veía bastante alto a como lo había visto la última vez a diferencia del pobre Thomas que era tan pequeño y delgado como un listón, su cabeza apenas llegaba al hombro de Christopher. Me gusta hacerle bromas junto a Barbara pero mamá y Eugenia siempre decían que eran de mal justo aunque Thomas se riera con nosotras, en fin, aburridas.

   Seguí mirando un poco más a James, él levantó su cabeza y me miró, le di una sonrisa torcida que él devolvió y estire una de mis piernas mientras dejaba caer la otra a aire, si mamá me viera, se desmayaría ahora mismo y luego me gritaría cuando despertará, seguramente me castigaría por dos semanas, después vendría papá con una caja de bombones y pasaríamos hablando de lo que sucedió, siempre suele ser así.

   Mire hacia el sol, me ardieron los ojos en menos de un segundo, luego mire mis manos y efectivamente estaban algo rojas, me quemaba un poco al mínimo contacto con el sol, por esto siempre llevaba vestidos manga larga y hasta el cuello, no entendía porque, le pregunte varias veces a Magnus y a Ragnor sobre esto, no hallábamos una explicación, lo único que sabemos hasta ahora es que los únicos que se queman al sol son demonios pero dudo que yo sea una de ellos. 

   Volví a mirar hacia donde estaban los muchachos, James se abrió paso entre la multitud, pidiendo disculpas y cuando otras personas le obstruían el paso las apartaba con un codazo.

— ¡Hola, chicos! —dijo Matthew detrás de James, lo empujó y pasó de largo, como si no pudieran verlo, pobre Jamie.

   James lanzó miradas aleatorias a Thomas y Christopher, como las flores hacia el sol, fijó su vista en mí, yo lo estaba mirando, obviamente, no me perdería el espectáculo.  James volvió su mirada a ambos chicos, mostraron una idéntica sonrisa radiante de bienvenida y James se quedó mirando la parte de atrás de la cabeza rubia brillante de Matthew.

— ¿No es esto un agujero? — preguntó Matthew.

—No, no—dijo Christopher, palmeando el hombro de Matthew. — ¿Y ahora de que estás molesto otra vez? 

① 𝑪𝒊𝒖𝒅𝒂𝒅 𝒅𝒆 𝑫𝒆𝒎𝒐𝒏𝒊𝒐𝒔 ┃CDS: 𝑳𝒂𝒔 𝑼𝒍𝒕𝒊𝒎𝒂𝒔 𝑯𝒐𝒓𝒂𝒔Où les histoires vivent. Découvrez maintenant