Podía entender su decepción. Eusebio estaba atorado en el mundo material y no estaban ni cerca de saber quién era en realidad y qué le ocurrió para terminar muerto tan joven.

Acongojada y triste, Andrea se tiró en la cama y se quedó mirando el techo mientras enroscaba un mechón de pelo entre los dedos. Tenía ganas de llorar, pero también estaba cansada de hacerlo, no iba a solucionar nada. El miedo que había tenido en el cementerio se fue, aflojándole el cuerpo y se durmió casi de inmediato.

Despertó con el sonido del vibrador del teléfono. Tenía dos mensajes de su madre, ninguno de Francisco.

Mamá: Andy, el viernes es el cumple de doña Alba, 05:11 p.m. ✔✔

Mamá: Querés acompañarme al residencial a saludarla? 05:11 p.m. ✔✔

Andrea: Doña Alba? La bisabuela? Pensé que estaba muerta 05:18 p.m. ✔✔

Andrea se dio cuenta que había sonado muy fría cuando vio la llamada entrante de su madre. Dejó el bolígrafo, abandonó las tareas en los cuadernos y soltó un suspiro antes de contestar.

Además de regañarla por dar por muerta a su querida abuelita, le exigió acompañarla a verla. Cumpliría 84 años y tenía demencia senil, por eso la familia había optado por dejarla en un residencial para adultos mayores. Como estaban en el pueblo era su obligación como familiar ir a verla aunque seguramente no la recordara.

Molesta porque pudo haber evitado aquello, le dijo que lo haría para que no la siguiera regañando. Cortó la llamada y gruñó, molesta. Ya era incómodo saber que en algún momento debía volver a la casa de su abuela y el pozo, o que su tía y sus primos vivían cerca como para estar en la vuelta de tanto en tanto, como para añadir a su bisabuela en el asunto.

Por esas cosas era que quería regresar a la capital, aunque no había dejado nada que extrañara en realidad.

👻

Andrea nunca despertaba de madrugada. Parte de ella sabía que a esas horas había más actividad paranormal, otra era que siempre tenia la mente agotada por el constante miedo con el que convivía. Abrió los ojos de golpe, con el cuerpo agarrotado por el pánico que le precedió el saber que no estaba sola. El frío anormal la golpeó como la primer noche en la casa.

La mancha estaba con ella en el dormitorio y no podía verla por la oscuridad.

Se encogió, pegando las rodillas al pecho y hundiendo la cara en la almohada. La gente solía pensar que, estando debajo de las mantas, los monstruos y los fantasmas no podían asustarte. Era como crear un falso escudo que proporcionaba una seguridad ficticia. Sin embargo, todo era patrañas. Incluso encender la luz no iba a cambiar nada.

La respiración se le hizo irregular, los latidos frenéticos de su corazón se escuchaban en sus oídos y la presencia llenando la habitación la aterrorizó.

Sintió dos manos que le sujetaban los tobillos y tiraban de ellos. Chilló a pleno pulmón, sujetándose de la cabecera de la cama. Los pies se le helaron.

Mi pobre Eusebio...

Es mío...

Mío.

Mi Culpa.

Eusebio...

Mi pequeño niño...

Mío.

Déjalo.

Andrea volvió a gritar mientras el frío trepaba por sus piernas y se aferraba a su tronco, aprisionándole el pecho e impidiéndole respirar. Le dolía incluso los latidos del corazón y el aire se le escapó en otro intento de pedir auxilio.

Hay un fantasma en mi habitación [Completa]Where stories live. Discover now