32: En tres 🌊

1.6K 182 147
                                    

Ya habían pasado varios días, pero la rutina era la misma

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Ya habían pasado varios días, pero la rutina era la misma.

Clac.

Alcé la cabeza. El restaurante ya había cerrado, pero de vez en cuando entraba algún cliente esperanzado.

—Bro, ¿se puedo? —Era Pascual.

Me quedé unos segundos viéndole.

—¿Lula ha terminado?

—Todavía le queda.

Éste suspiró sentándose delante de mí. Pascual estudiaba por las tardes, así que lo convencí para que acompañase a Lula en su camino a casa. Casi siempre estaba dispuesto. La única pega era que (en contadas ocasiones) Lula se quedaba practicando.

—No pasa nada. Ya la acompaño yo.

—¿Es que no duermes?

—De todas formas, iba a quedarme despierto. Anabel me ha pasado los apuntes de la uni y han avanzado un montonazo.

—¿Sabes? Deberías relajarte un poco.

—Es lo que mi madre espera —musité absorto—. Apuesto que quiere que fracase para decir cosas como "te lo dije" o "ya decía yo". Bah paso.

Pascual dejó de insistir. Al fin de cuentas, era la misma conversación de todos los días.

—Hablé con Anabel. Al parecer, sí que te está evitando —confirmó mi teoría—. Le dije de quedar los tres, como antes, pero se inventó una movida con un novio claramente falso.

—Anda. Esto ya no tiene sentido. Por un lado, entiendo que me evite, aunque no sé cómo acabamos de esta forma. Si es como de mi familia.

—No es por asustarte, pero como repitas eso delante de Anabel, te mata —me advirtió blandiendo el dedo índice—. Le ha puesto cojones para confesarse, así que al menos dale tiempo.

—Si tiempo le doy —aseguré con voz quejumbrosa—. Solo digo que es extraño. Quiero decir, nunca la he visto de esa manera y todavía no estoy seguro de que haya pasado realmente. ¿Será una broma?

—Eres tonto, se le notaba mucho ¿sabes?

—Venga ya, tú tampoco lo has visto venir.

—Qué va.  Sí que lo sabía.

—Sí, ya, claro —repliqué sarcástico—. ¿Y por qué no me lo has dicho?

—Pues eso. De tan obvio que era, creí que ya lo sabías.

—Venga ya.

—Que sí. ¿Te acuerdas del día en que rompiste con Micaela? —inquirió cauto—. Anabel se peleó con su hermana por ti. Lo normal hubiese sido que hablase con ella y tratase de entenderla, pero se puso de tu lado. Hasta un ciego se habría dado cuenta.

Mi garganta se secó. La Anabel que yo conocía me sacaba de quicio, hacía las cosas a su manera y siempre estaba compitiendo conmigo. De eso se trataba nuestra amistad; de sacar lo mejor del otro.

Tres es la medidaWhere stories live. Discover now