La primer hora transcurre lenta, pesada y siento mis ojos a punto de cerrarse. Todos lucían igual que al principio, empáticos y esperando con ansias el siguiente en hablar, admito que no todos eran aburridos, algunos hasta me hicieron voltear con cara de lástima. La segunda hora me hace querer salir corriendo de ahí, no necesitaba esto, ni siquiera sé en qué momento me dejé convencer. Supongo que la alegría de papá, la esperanza de Jules y la iniciativa de Harper me hizo querer dar el paso.

(...)

Desde mi llegada al pueblo Northbrook no había hecho más que ir a los grupos de apoyo con Harper. Habíamos llegado hace ya tres semanas desde que llamaron a mi padre en busca de ayuda, aunque todavía no habían grandes avances, sabía que era cuestión de tiempo para atrapar al culpable de las desapariciones.  Desde mi sitio, al lado de la ventana, limpio con mi brazo el vaho de la misma para mirar el exterior. Era invierno. Nunca me había gustado mucho viajar en esta época, el frío nunca fue de mi agrado. Sigo observando aburrida los pequeños copos de nieve que caen en el gran jardín de la cabaña en la que nos hospedamos. No planeábamos quedarnos tanto tiempo.

No sé qué tenían los domingos que me causaban una tremenda tristeza y últimamente todos los días me sabían a domingo. Quizás era simplemente el clima o alguna mala vibra del caso que le han encomendado a mi padre, pero no estaba para complicarle el trabajo a él, mis sentimientos o presentimientos están de más.

Camino a la pequeña cómoda de la habitación y recojo mi abrigo, tenía que salir por mis pastillas, o bien alguna botella de vino, lo que se cruzara primero. Bajo las escaleras en pequeños saltos, realmente estaba aburrida. Antes de salir de casa miro a Daphne, era una ama de llaves que había contratado papá, me conocía demasiado para saber que no comería nada por mi cuenta, de hecho no saldría de mi habitación si de mi dependiera.

—Señorita Petrov, ¿Necesita algo?

—Iré por pastillas—Sonrío. Tomo el gorro del perchero, no me gustaba demasiado, era bastante grande para mi cabeza.

Sabía que diría que iría ella, así que salgo en cuando se lo digo. Daphne era demasiado gentil, había hecho bastante por nosotros ya, y cocinaba tan bien como papá. Nos había cuidado desde niñas, a mi hermana y a mí, con la partida de mamá todo había sido difícil. Me había refugiado en el alcohol, papá se centró más en su trabajo...y Jules solo se encargó de ocultarse de ambos. Era una niña muy callada.

Al salir de casa el azote del viento me mantiene quieta, de hecho por poco doy la vuelta. Northbrook era un pueblo bastante sombrío, nunca daba demasiado el sol, razón por la cual todas las personas se veían bastante pálidas, incluyéndome. Y en los meses de invierno, todo empeoraba, mi entorno se veía tan triste que esperaba con ansias regresar a California. Ahí era siempre soleado.

El pueblo no era demasiado grande, su población no sobrepasaba los 900 habitantes, por ende todo lo que ocurría se esparcía rápidamente. Todos se conocían entre sí, era un pueblo unido, bastante alegre para su aspecto.

Al pasar por la licorera, que está pocos metros antes de la farmacia, me detengo. Harper se encuentra en la barra, con un cigarro en la mano derecha y en la izquierda una pequeña petaca, se la había regalado yo para su cumpleaños número diecisiete. Repaso mi alrededor, nadie estaba cerca, y tampoco me están mirando entrar.

No quiero que nadie le llegue con chismes a Daphne.

—¿Qué haces aquí?—Pregunto en cuanto llego a su lado, causando que brinque en su banco.

—¡Carajo!—Me mira molesta—. Pensé que eras mamá. ¿Qué haces con ese gorro?

—Tengo frío.

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⏰ Last updated: Feb 07, 2022 ⏰

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Los Títeres De CharlesWhere stories live. Discover now