|| Los demonios unas de las especies más peligrosas y temidas por las demás personas, pero si no fuera poco los demonios tenían un alto estatus en la sociedad humana, eran muy respetados.
Langa un mismísimo demonio mestizo pero aún así el heredero d...
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Muy dulce para ser un demonio
Al abrir lentamente sus párpados Reki pudo percatarse que estaba a unos centímetros del aquel hombre de cabello celeste.
¿Cómo llegaste hasta aquí? Se preguntó al verlo, se había acostado lo más lejos de él por esa razón, no quería que lo primera que viera fuera su rostro tan cerca de él.
— Buenos días -hablo de repente Langa con una gran sonrisa asustando al pelirrojo por su repentino saludo-
— Pensé que estabas dormido -respondió aún sin moverse del lugar que estaba acostado-
— Me gusta mucho tu olor, hueles igual que un durazno -dijo aún sin quitar su sonrisa-
Reki solo se volteo dándole la espalda, era muy vergonzoso verlo tan cerca y además que le dijera que le gustaba su olor, era muy extraño.
¿Cómo puede cambiar tanto una persona? ¿Es la misma persona que ayer casi me quitaba mi pureza? ¿Tendrá personalidades múltiples? Se preguntaba una y otra vez aquel pelirrojo hasta que sintió como unos brazos rodeaba todo su torso mientras algo se apegaba a cuerpo.
Langa simplemente aprovechó el momento para abrazarlo por detrás.
— ¡Déjame de abrazar!
No respondió el contrario solo siguió con lo suyo.
— ¡Suéltame! ¡Tenemos que ir a mi casa!
Langa lo soltó.
— Y cuándo lleguemos a tu casa ¿te puedo seguir abrazando? -preguntó con un brillos en sus ojos azules-
— Si Langa -mintió para que no estuviera que lidiar con él en todo el camino que restaba-
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Tras de una una hora caminando por fin habían llegado a su pueblo.
Reki detuvo a Langa para ponerle encima su capucha que tenía de color amarilla.
— Te pongo esto para que no llames tanto la atención aunque a simple vista no pareces un demonio de todos modos es mejor prevenir.
El peliazul solo asintió, y ambos siguieron caminando hacia la casa del contrario, no se tardaron ni 10 minutos al llegar a su pequeño hogar.
— ¿Qué estoy haciendo? -susurró pero aún así Langa pudo escucharlo claramente-
De repente Langa nuevamente abrazo sin previo aviso al contrario haciendo que entrara en pánico ya que su casa estaba adelante de el.
— Langa suéltame
— Tu me dijiste que podía seguir abrazándote cuando llegáramos a tu casa -respondió poniendo su cabeza en el hombro de Reki para luego darle un pequeño beso en su cuello-
— ¡Lang...
Sus dos hermanas más chiquitas estaban en frente de ellos viéndolos, no entendía lo que estaba pasando pero aún así gritaron.
— ¡Mamá! ¡A Reki le dieron un beso!
— No niñas, es solo mi amigo así nos saludamos -intentó convencerlas pero la niñas solo lo miraron mal-
— No somos tontas -hablo una pequeña y la otra asistía con la cabeza-
Su madre salió lo más rápido posible.
— Hijo y ¿quien es este atractivo muchacho? Ven aquí, ¿quieres algo de comer? Hice un pastel delicioso ¿te gustaría probarlo?
Langa asistió mientras decía que si tímidamente.
El pelirrojo suspiró vencido lo único que quería era descansar tranquilamente, pedía un poco de paz, ya no quería ser abrazado o avergonzado por aquel demonio.
Eres muy dulce para ser un demonio
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