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Capítulo 3

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Consigo sobrevivir al fin de semana sin tener ningún encuentro con Eric, Ben o cualquier persona que ponga mi día patas arriba con extraños acontecimientos. Desde aquel casi beso que estuve a punto de darme con el príncipe de Inglaterra, no he podido dejar de pensar en él, quizás es egoísta de mi parte desear que se largue de mi país y regrese al suyo.

—Alteza.

Me saluda un mayordomo con una fugaz reverencia al verme caminar por los pasillos del palacio, voy hacia el despacho de mi padre, el rey Konstantin. Doy dos golpecitos a la gran puerta y espero a que me invite a pasar, cuando lo hago, alza la mirada y una diminuta sonrisa se dibuja en él cuando me ve.

—Hola, papá —saludo sin pizca de formalidad, aprovechando que está solo, tampoco espero a que me invite a sentarme, tomo asiento en la silla frente a él, quien ya ha vuelto a concentrarse en el trabajo, el rey al igual que muchos, es un hombre bastante ocupado.

—¿Alguna novedad?

dice para hacer un poco de conversación, dejo caer un suspiro pesado.

—He revisado los papeles que me pediste y estoy preparándome para la asamblea de esta semana.

—De acuerdo, confío en que todo saldrá bien, ¿Qué tal lo llevas?

—Bien, creo, he estado leyendo los informes y me parece que realmente deberíamos de aceptar el tratado que Alemania nos ofrece. —Reprime una mueca, sé que papá ha querido tener mejor relación con Alemania desde hace tiempo y no es que tengan mala relación, pero después de la muerte del rey Johan, papá le cerró las puertas a Theodore cuando quiso renovar el viejo acuerdo que teníamos con su padre, no es que papá le quisiera declarar la guerra a Alemania, pero estaba inseguro sobre la propuesta de Theo y es un hombre desconfiado, aunque confiaba en el rey Johan, no pudo decir lo mismo de su hijo durante el primer año de su reinado hasta que vio que Theo era todo menos una amenaza para Austria.

—¿Has leído bien los documentos? —Asiento frenéticamente, papá se quita las gafas, las coloca a un lado y junta sus manos, apoyando los codos en el escritorio de manera reflexiva—. De acuerdo, sí dices que debemos aceptar las propuestas de Theodore, entonces lo haré.

Sonrío de oreja a oreja.

—Gracias.

Digo con sinceridad. Desde que supe que sería reina diez años atrás, mi vida cambió drásticamente, me había criado sabiendo que siempre sería una princesa, pero tras la tragedia de mi hermano mayor, las cosas cambiaron, Felix, el segundo al trono, se había comprometido con la futura reina de Jordania, quedando como rey consorte, en aquel entonces, yo tenía diecisiete y mis hermanos rondaban los veintisiete y veinticinco años, fue imposible que Felix regresara a Austria para convertirse en rey además de que la relación con él nunca fue buena así que papá decidió que yo sería la futura reina.

Como quien dice, no tuve oportunidad de escoger mi destino.

Hay un largo silencio en la habitación, no es incómodo.

—¿Hay alguna otra novedad de la que quieras hablar? —pregunta con seriedad y me muerdo el labio.

—Por el momento es todo. —Un silencio prolongado se produce en la habitación hasta que papá habla.

—¿Sabes que Eric Mountbatten está aquí en Austria?

Pregunta con cautela.

—Ha asistido a la boda de Ingrid.

—Sí, he escuchado eso.

—Quizá se vaya pronto de aquí.

Papá frunce los labios y sus ojos verdes se encuentran con los míos.

Un príncipe imperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora