Debe sentirse orgulloso de que su comentario lograra ponerme nerviosa, nos quedamos hablando de lo primero que se nos ocurría ya que cada tema no acaparaba mucho tiempo debimos haber hablado de mínimo 30 cosas diferente.

‒ Solo faltan 2 semanas –no recuerdo nada en mi agenda para esa fecha así que lo mire curiosa‒ no me digas que no te acuerda de que eres mi invitada para el baile de otoño.

‒ Ok, no te lo diré ‒estaba apenada con él, pero todo se convirtió en un juego.

‒ Eres más olvidadiza de lo que pensaba ‒ (¿No te diste cuenta?) ‒ tendré que recordártelo todos los días desde hoy.

‒ No por favor ‒coloca su mano a la altura de su oído y se inclina en mi dirección.

‒ ¿Qué dices? Que no solo te lo recuerde sino que te acompañe a todos lados.

‒ ¡¿Qué?! Yo jamás dije eso.

‒ Tienes razón me la pasare más contigo.

‒ ¿Estás haciendo eso de ignorar a los demás, fingiendo escuchar solo lo que quieres?

‒ No me separare de ti ‒que obstinante e irritante me levante de inmediato, con las manos vueltas puños.

‒ Pero yo si de ti ‒gire mi cuerpo en dirección contraria dirigiéndome a la salida‒ adiós.

‒ ¡Espera! ‒lo escucho gritar y reír, aparece corriendo delante de mí poniéndose en el medio para evitar que continúe avanzando‒ solo era una broma, a menos que tú quieras que no lo sea.

‒ Si te me apareces muy seguido, voy a considerarlo acoso y llamare a la policía ‒decía en broma.

‒ ¿Cómo pretendes que no te vea muy seguido si estudiamos en la misma escuela? ‒Ambos nos soltamos a reír de la falta de lógica en mis palabras.

‒ Bueno, bueno, no más no me espíes por los pasillos ‒sigue el juego.

‒ Ah ‒se queja‒ pero es mi pasatiempo favorito ‒reinos de nuevo y terminamos el juego.

‒ Creo que ya me voy, te veo mañana ‒me despido con la mano mientras me alejo.

‒ Mañana nos vemos ‒me grita por la distancia.

Por suerte ya había acabado de llover, camine por la calle hasta la parada de autobús la lluvia había dejado muchos charcos, sin avisar pasa a toda velocidad un coche, era un bugatti veyron negro me chispea de agua, instintivamente le grito reclamándole por haberme mojado la mayor parte de la ropa.

El auto baja la velocidad, pero es solo para girar en la esquina y seguir su camino, al no ir tan rápido note que la matricula era aparentemente de oro, y pude memorizar el número (GE.174837)

Pasado el susto sigo caminando incomoda por la humedad de mis prendas, sin mencionar que empiezo a tener frio, escucho otro coche a mis espaldas y me pongo en posición de cubrirme.

‒ Tranquila no te voy a mojar ‒la voz es de Javier‒ sube para llevarte, antes de que te resfríes.

‒ Te dije que iba a considerarlo acoso.

‒ Entonces te dejo aquí ‒le sonrió.

Viendo las demás opciones creo que es la más viable, me subo al coche apego mis brazos a mi pecho y los abrazó entre sí para intentar controlar el frío, Javier no dice nada pero frena sin más y empieza a buscar algo en la parte trasera del coche.

‒ Ten ‒me da una chaqueta azul‒ abrígate mientras llegamos.

‒ Gracias ‒me la puse de inmediato, el viaje fue algo largo debido a que tomamos un desvío para evitar la tranca, llegamos a la mansión y nos despedimos, él se aproxima lo suficiente y me susurra al oído.

La Respuesta De La Venganza (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora