Capítulo 29 Rol

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Cuando salieron del Meteora les costó bastante convencer a Ezruan de abandonar el lugar. Pues el muchacho se mantenía insistente con conocer la cabina de pilotaje o adentrarse en las zonas de descanso y demás habitaciones que parecía tener el navío. Gavedian se vio en la obligación de tener que darle una orden para que abandonara la ida de explorar el Meteora. El muchacho, sin tener otra opción más que seguir a su líder, agachó la cabeza y accedió a caminar junto a los demás en dirección a la ciudadela.

Al momento de llegar a la ciudadela se encontraron con Kioga sentado sobre una pequeña banca de madera que reposaba debajo de un enorme roble, cerca del área de bebederos. El anciano estaba con los ojos cerrados y sus manos cubiertas de manchas y arrugas por la vejez puestas sobre sus rodillas, aparentaba estar meditando o estar concentrado en alguna actividad espiritual.

El anciano entreabrió los ojos cuando escuchó las voces de los portadores acercarse a él. Se levantó lentamente limpiando el polvo de su túnica y colocó sus manos detrás de su espalda.

—Sí que se tomaron un gran tiempo, díganme, ¿encontraron la manera de encender el Meteora? —Preguntó apacible. Alarysh y Eliak se volvieron hacia Dratchem con cara de superioridad en sus rostros.

—Te lo dije—Le susurró Alarysh a Dratchem.

—Dijimos—Corrigió Eliak.

—Sí, sí como tú digas, "dijimos"

—No empiecen...—Advirtió Gavedian, luego se volvió hacia Kioga—Digamos que tenemos otra pista de cómo hacerlo pero tuvimos que parar antes de averiguarlo con exactitud—El hombre alzó sus manos demostrando la pequeña herida de quemadura sobre la palma de sus manos. Kioga alzó las cejas y soltó una pequeña risa.

—Si...Noté que tampoco llevaban puestos los guantes que se supone estaban dentro del buro de sus recamaras...Pero me pareció interesante no advertirles ese detalle.

— ¡Oiga, eso fue cruel! —Expresó Chiara sobándose sus manos. Kioga se rió al instante y compuso un rostro de pena.

—Lo siento, admito que quizá fui un poco inapropiado, pero pensé que ustedes también debían de pasar por lo mismo que nosotros en su momento. Al menos ustedes fueron más listos que nosotros y se apartaron a tiempo antes de quemarse las manos por completo—Admitió con nostalgia en sus palabras.

— ¿Entonces debemos llevar guantes de forma obligatoria?—Preguntó Ezruan.

—No necesariamente, nadie los obliga a hacerlo.

—Menos mal, desde que tengo memoria uso esas cosas y estoy harto de ver mis manos cubiertas de tela negra ¡Me gustan mis manos! y ahora que no tengo necesidad de cubrirlas me parece molesto tener que hacerlo—Se quejó Eliak.

—Si...A mi también me incomoda usarlos—Confesó Ezruan.

— ¿Tipo de incomodidades Lethanies? —Preguntó Alarysh con aire de burla.

—No es por incomodidad, es que suelo mutar mis manos para atacar y es molesto tener guantes sobre ellas cuando hago eso.

—Ya veo...

—Me alegra que hagas mención de tu habilidad Andrómeda, porque eso es precisamente lo primero que trabajaremos, me temo que es en lo único que puedo instruirlos de forma acertada, de ustedes depende el entrenamiento físico y fortalecimiento de equipo—El anciano se giró hacia Eliak—¿Orión, recuerdas la pregunta que me hiciste en la cueva?

Eliak se quedó unos segundos pensativo, paseo la mirada hacia arriba como si tratara de recordar algo pero en estos momentos no era bueno con la memoria.

Los Guardianes del Edén-[Constelación]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora