Estresada y enojada conmigo misma fui a sentarme en el desolado gran comedor, murmurando miles de maldiciones para mi misma por no poder hacer una jodida teletransportación.

Me senté en una de las mesas y choqué mi frente varías veces contra la madera, tratando de analizar que estaba haciendo mal.

-¿Pasa algo jovencita?- fue la voz de la profesora McGonagall que me sacó de mis pensamientos y me hizo levantar la mirada.

-¿Puede guardar un secreto?- inquirí.

-Depende de su gravedad, claro.

-Quiero teletranspórtame para ir a ver a Harry- solté acelerada -peeero no funciona y me frustra.

-Entiendo, venga.- respondió en un murmullo mirando hacia los lados como si tuviera miedo de que alguien nos escuchara y me guió a una de las aulas vacías del castillo.

Me explico que debía hacer y como debía hacerlo. Entendí, aunque fuera un parlamento de pasos mentales demasiado marcados y si no hacía uno podría salirme todo mal, pero entendí que era lo importante. Tal vez ya al día siguiente se me olvidaría pero en ese momento lo recordaba.

Seguí sus pasos y cerré mis ojos, visualicé la casa de los Dursley basándome en las descripciones gráficas que el azabache me había dado. Cuando finalmente abrí mis ojos lo vi, estaba ahí, lo había logrado.

-Ay no puede ser...- me dije a mi misma por la alegría -¡Lo hice, lo hice, lo hice!

Salí corriendo hacia la puerta de la hermosa casa pero me detuve de un frenazo frente a la puerta. Recordé que esa familia no le tenía mucho aprecio a Harry, que no podía llegar tocando la puerta y diciendo una estupidez tipo: "Hola señores, soy la amigovia de Harry ¿puedo entrar a verlo?". Porque tal vez me dirían que él ni siquiera vivía ahí. Di la vuelta y alce mi vista a las ventanas, buscando la silueta de el azabache por una de ellas. Salte y me puse de puntillas para ver las altas como si eso ayudara pero nada, no veía nada.

Abatida fui y me senté en la acera del lugar, como era de esperarse iba vestida con el uniforme del colegio. Algunas familias que pasaban me miraban extrañados por andar así vestida en vacaciones pero era lo más irrelevante en ese momento. Con mis ojos tan pendientes como los de un depredador cazando a su presa me quede mirando cada una de las ventanas principales de la casa en donde esperaba que en algún momento se asomara ese hermoso chico de ojos azules y cabello negro que me movía el suelo.

Solo fue cuestión de minutos para que mi deseo se cumpliera, vi a Harry desde una ventana de la planta alta de la casa mirar hacia fuera, apreciando la vista, no me vio, tal vez porque su miopía era más grande que él o era menso en exceso. Me acerqué caminando a paso acelerado y me detuve en frente. Antes de llegar ahí el ya se había dado la vuelta y acudí por lanzarle pequeñas piedritas contra el vidrio para que volviera, lancé varias pero aproximadamente a la quinta fue que hizo caso y se volvió a asomar.

Abrió la ventada y me dejo verlo, su cabello un poco más largo que antes, su mandíbula con pequeñas sombras, le hacía falta afeitarse. Sus ojitos de ese color tan lindo acompañados de una sombra debajo de ellos, ojeras. Como siempre vestido con ropa holgada, solo logré verlo del torso hacia arriba y llevaba una camiseta blanca de cuello en "V" con otra encima de cuadros, con botones los cuales estaban abiertos, la usaba como "chaqueta" por decirle de alguna manera.

-¡Vaya princesita, hasta que decides abrir tu ventana!- exclamé con claro sarcasmo y él me dedicó una sonrisa, esa jodida sonrisa que tanto me gustaba.

-¿Lograste teletransportarte? Me enorgulleces, bonita.

-Si, si, mejor cállate y ayúdame a pasar, hace frío aquí afuera.

Mariposas negras +18 (Editando)Where stories live. Discover now