𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈

5 1 0
                                    

𝐀𝐧𝐳𝐡𝐞𝐥𝐢𝐤𝐚

"𝒄𝒐𝒎𝒆𝒏𝒛𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒍 𝒑𝒊𝒆 𝒊𝒛𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒅𝒐"

Escuché abrir la puerta de entrada. ellos ya habían llegado. Mitchell seguía dormido en mi puffle con la capucha de la sudadera y las piernas extendidas ocupando a su disposición el suelo para si mismo podía dormir toda una tarde, podrían escucharse fuegos artificiales y su sueño jamás se interrumpia. la cosa es qué, el no tenía tiempo para dormir en las noches, debía de cuidar a su madre que padecía de sonambulismo. el último episodio de la señora Mary casi le ocasionaba un grave accidente tras haberse salido de la casa. 

giré mi silla para observarlo. no era el sitio indicado para que una persona con pocas horas para dormir se quedará a descansar, pero, era un hombre terco.

-Hmm... —alzó su rostro acostumbrándose de poco a la luz de la habitación— -¿qué-... hora es?

-Casi las cinco y cuarto. ¿pudiste descansar bello durmiente?

-te quisiera responder con un si.

Estiró flexionó un brazo, luego el otro haciéndose tronar los huesos de los hombros. le lastimó la postura nada más que no me lo quería decir para no preocuparme, tan clásico de su parte. mi puerta de escuchó abrirse.

-¡Hey!... esperaba verlos abajo —dijo Mikâela asomado de un espacio entre la puerta y el marco— -si quieren luego hacemos la pijamada. Mich, quédate a comer.

Mitchell que se encontraba doblando y estirando una pierna y otra para desaparecer el dolor que le quedó bostezó ruidoso, aceptando la invitación de mi hermano. ellos era muy poco lo que se llevaban, cruzaban palabras si era por comida o por pura educación de Mikâela al verme con el.

-Perfecto. —volteó a mi— -ah, vino con nosotros alguien más. está hablando con Bastián en la cocina. si estás interesada a saludarla después de dos días sin verla.

-En un rato bajo. —reí asintiendo para no dejarlo colgado. volviendo a estar solos giré un poco la silla tomando el bote blanco, mis gotas para los ojos—.

días antes de entrar a la preparatoria  pesqué infección en mis ojos. en los últimos días en Bakerffil, en la nueva casa de nuestros padres, ayudamos a Papá para desempacar y limpiar parte del sótano, si, era una casa vieja y poco cercana a las otras casas del pueblo vecino. Sarah, por cuestión a su cuarto embarazo estaba interesada a estar apartada de todo lo social y tomarse el tiempo para ellos tres; lucía bien, el cuarto le acentuaba muy bien y mi padre, de él me esperaba todo. lloró de emoción junto con nosotros, descartando a Bastián que se guardaba las lágrimas.

-¿te ayudo?

negué. expulsando del gotero la primera gota a mi ojo izquierdo.

-¿cuánto te falta para que las dejes?

-Una semana más. esto y las compresas húmedas —terminé echando atrás la cabeza para descansar—.

-Es por eso amigos que jamás limpien el sótano abandonado de sus padres sin unas gafas. —dijo chasqueando sus dedos—

-Déjame en paz, lunaroso.

Bajamos.

Bastián se entretenía junto con Kamila en su celular, sentados uno cerca del otro. después de haberme presentado a su compañera de escuela, y que ella ya haya tomado más confianza de entrar y salir ha nuestro hogar las veces que le apeteciera; el hogar ya no se sentía sola. Mikâela se la pasaba más fuera de su habitación, reía, en vez de pasársela discutiendo con Bastián por el desorden de la cocina. ellos se notaban animados después de haber comenzado mi amistad con Kamila. 

El infierno de Hitch Donde viven las historias. Descúbrelo ahora