Capítulo siete

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Salió de la oficina con las manos en los bolsillos, caminando despacio.

Aun sentía la sangre caliente, agolpándose en sus mejillas. Ese imbécil se merecía un buen putazo en la cara, y de no ser por la inesperada llegada de Hanji, se lo habría dado. No. Cole merecía mucho más que un simple golpe en la cara.

Se detuvo en seco en medio del pasillo, ¿en qué cosas pensaba? Joder, debería de agradecerle a Hanji, pues de no ser por su interrupción, le había dado la paliza de su vida a ese gran hijo de puta. De no ser por ella, en estos momentos estaría sintiéndose un paso más cerca de convertirse en su padre. Torturándose.

Apretó los dientes y apartó de sopetón esos estúpidos pensamientos. Eso nunca pasaría, jamás se convertiría en su padre, primero muerto.

Caminó sin detenerse hasta la entrada de la oficina de Hanji. Golpeteó la puerta con los nudillos a pesar de que la puerta estaba abierta hasta atrás.

–¿Qué?

Hanji no alzó la mirada. Estaba sentada sobre su silla leyendo lo que infirió eran los papeles que llevaba consigo hace un rato. La observó desde la puerta; una de sus manos sostenía los papeles mientras que la otra se deslizaba por su larga cabellera.

Cruzó la habitación sin quitarle la mirada de encima. Se acercó hasta quedar a su lado y, esperando a que ella lo detuviera –cosa que no hizo, ni siquiera se inmutó–, apoyó su peso sobre el escritorio cruzando los talones. Una pequeña sensación de adrenalina le cosquilleó el estómago; nunca había estado tan cerca de ella en el trabajo. Además la puerta estaba abierta.

–Dos cosas –dijo por fin, sin levantar la mirada del papeleo. Buscó en su estuche algún lápiz y marcó dos equis en el manuscrito–. Toma.

–¿Qué es? –lo recibió.

–Necesito una segunda opinión respecto a esta parte de la historia.

–¿Y... quieres que yo te dé mi opinión?

–Iba a pedírsela a alguno de tus amigos, pero bueno, ya sabes qué pasó –se estremeció–. Que asco.

Primero miró el manuscrito y luego la miró a ella. Era bastante extraño que Hanji Zoë pidiese ayuda, y era todavía más extraño que le pidiese ayuda a él. La observó con curiosidad, ella se limitó a retroceder mínimamente con la espalda apoyada en el respaldo de la silla.

–Okay –accedió.

Leyó los primeros dos renglones con atención, mas poco a poco su concentración se fue dispersando, pues a pesar de que trataba mantener los ojos en el escrito que estaba en sus manos, estos se posaban descaradamente en Hanji, quien acababa de cruzar las piernas, dejando un tentador muslo a la vista.

Intentando pasar por alto el obvio atractivo de la morena, retomó su lectura, pero nuevamente su concentración se rompió. Hanji soltó los primeros botones de su blusa, provocando un escote en V. Nuevamente se deslizó los dedos por el cabello, haciendo que este quedara enmarcando su rostro.

Levi se humedeció los labios con una sonrisa e hizo a un lado el manuscrito.

–¿Intentas seducirme?

A sabiendas de lo que hacía, Han le devolvió la sonrisa.

–Depende –encogió los hombros–, ¿te sientes seducido?

Resopló irónico. Si esa mujer supiera la cantidad de veces que él la había deseado, no tendría el valor de hacer ese tipo de bromas.

Con actitud derrotada, dejó caer la cabeza hasta su pecho, aunque rápidamente la levantó para poder observarla.

PERVERTIDOS //LeviHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora