Parte 1.

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¿Alguna vez te obligaron a ir a la iglesia por tu orientación sexual?

Que suerte si no fue así.

Louis Tomlinson te tiene demasiada envidia.

Porque él está ahí, sentado en una silla con unas veinte personas más de igual forma que él formando un gran circulo en donde en medio había una monja de unos 40 años.

La mayoría escuchaba lo que la señora decía como si estuviera mencionando lo más maravilloso de éste mundo, cuando sólo estaba recitando el padre nuestro.

Louis rodó los ojos y se estiró más en su silla, jugando con una de las tantas pulseras que tiene en su muñeca.

¿Cómo había llegado ahí?

En resumen, Louis no tuvo mejor idea que llevar a un chico a la casa para follar creyendo que su madre no iba a estar en la casa hasta más tarde.

O mejor idea que montar al chico en el sofá de la sala.

No escuchó el auto ser estacionado en el garage de su casa ni las llaves abriendo la puerta por estar perdido emitiendo unos fuertes gemidos.

Lo único que lo hizo despegarse de los labios del chico fue el grito de su madre, quien había soltado las bolsas que llevaba en manos y tenía los ojos y boca exageradamente abierta del asombro.

El sin fin de barbaridades que le gritó a su hijo llevó al desconocido chico a salir corriendo de esa casa antes de que la mujer decida sacarlo a escobasos.

Ni siquiera le dio tiempo a Louis para ponerse aunque sea su bóxer, agradecía no haberse sacado la remera dos tallas más grande que su cuerpo que usaba ese día, tapaba lo suficiente para no dejar a la imaginación, aunque eso es lo que menos le importaba a Carmen, estaba lo suficientemente metida teniendo una crisis al ver a su hijo follando.

O más bien el problema de ella es haber visto follando a su hijo con un hombre.

— ¡¿Ese chico te lo contagió, no es así?! —gritó Carmen exaltada.

Louis rodó los ojos— Mamá...

— ¡No, Louis! —lo interrumpió— No voy a permitir que cometas tal pecado. Mañana mismo te llevaré a la iglesia.

El ojiazul levantó la vista hacia su madre y arqueó una ceja con una sonrisa de burla preguntándole con la mirada "¿En serio, Carmen?". Sin embargo, su gesto no cambio cuando notó que su madre hablaba en serio.

— Si, claro, como digas. —dijo de manera sarcástica, sabiendo que su madre no seria capaz de tal cosa.

Oh, Louis, que equivocado estabas.

Se acomodo en la silla de plástico, soltando un fuerte bufido que provocó la mirada de todos los presentes, incluso de la monja.

— ¿Pasó algo, jovencito? —habló la mujer con cierto tono de superioridad.

— Qué carajos le importa.

La monja abrió grande los ojos y un sonido de asombró salió de la boca de la mayoría de las personas allí.

Excepto de una persona que lo miraba fijamente desde el otro lado de la ronda.

— ¿Disculpa?

— Disculpas aceptadas. —respondió el ojiazul divertido.

Una risa se escuchó y no exactamente de Louis, quien llevó su mirada a la par que todos hacían lo mismo hacia el otro lado de la ronda.

— ¿Qué es lo que le parece gracioso, Harry Styles?— preguntó indignada la mujer.

Louis se le quedó mirando con los ojos levemente entre cerrados, queriendo analizarlo un poco.

Ojos verdes intenso, labios carnosos, mandíbula filosa, pelo largo y lleno de rizos hasta los hombros. Llevaba una camisa negra junto a unos pantalones del mismo color y unas botas, Louis se preguntaba por qué carajos iba tan formal a un lugar como ese pero no se quejaba, se veía últimamente sexy.

— Nada, señora, me acorde de un chiste que... me contaron en la mañana. —respondió con una sonrisa burlona, llevando su vista a la persona parada dentro del circulo de sillas.

Oh, y su voz... ronca y gruesa.

De repente estaba comenzando a hacer calor.

La monja lo ignoró y regreso su vista a Louis para mirarlo de arriba abajo con cierto asco.

— Todos los homosexuales son iguales —habló. Louis arqueó una ceja al escuchar eso—. Esperemos que aquí te cures.

Louis no podía creer lo que escuchaba.

— Salgo de aquí y me iré a follar con un chico monjita, no importa cuantas veces asista obligatoriamente a ésta iglesia, cada día me van a gustar más los hombres y sus pollas.

La cara que hizo la mujer fue cómica. Completamente asustada y dando unos cuantos pasos hacia atrás. Tragó saliva antes de carraspear y correr su vista hacia los demás quienes miraban a Louis con asco.

Poco le importaba, sin embargo.

— P-prosigamos....—tartamudeó la señora para luego volver a hablar sobre la biblia y Dios.

Louis rodó los ojos y bufó. Se tiró en la silla y comenzó a mirar a cada uno de los presentes. Le parecía ridícula la forma en la que todos le prestaban atención a lo que la mujer decía y el como sus ojos brillaban por eso.

Hasta que su miraba azulada se posó en unos orbes verdes.

Unos orbes verdes que lo miraban muy fijamente.

El ojiazul bajó su vista a los labios del chico y pudo notar que tenía el inferior entre sus dientes queriendo esconder un pequeña coqueta sonrisa.

Inconscientemente lamió su labio al ver eso y volvió a subir sus ojos a los de Harry.

Pero volvió a bajarlos cuando notó que pasaba su lengua por sus labios, provocando que el ojiazul entre abriera la boca quedando completamente embobado.

No quitó la vista de ahí. Mucho menos cuando el rizado subió una de sus manos y empezó a acariciar su labio con el dedo pulgar.

Sabía lo que hacia, lo malditamente sabía.

Y tal vez Louis también quería jugar.

telepatía [l.s] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora