Al principio quise contenerme, pero la verdad es que había extrañado sentir sus labios sobre los míos. Su agarre en mi cuello se hizo un poco más fuerte, me gustó esa manera posesiva de tratarme. Y una parte de mi cuerpo lo demostró, mis bragas eran testigo.

- ¿Pretendes volverme loco? -susurro contra mis labios, ambos teníamos la respiración acelerada. Tomó una de mis piernas e hizo que rodeara su cintura- Sí, es solo sexo. Pero eso no quiere decir que alguien más puede tocar tu cuerpo. He dejado mis huellas en tu cuerpo, es algo que jamás nadie podrá borrar. Aquí no hay etiquetas y aún así lo quisiéramos no podríamos.

- Matthew...

Pero el no me dejó terminar, siguió hablando, - No puedo sacarte de mi mente, es muy jodido porque tú... Eres prohibida para mí. ¿Pero que hago con estas ganas de hacerte mía a cada hora del día?

Y no dijo nada más, volvió a unir nuestros labios. Quería apartarme y decirle que todo esto era una locura, pero la verdad es que estaba cansada del que podría pasar, de mis sentimientos. Aunque eso último era imposible de ignorar. Cada día que estuve separada de él lo extrañé, me cuestionaba cómo era que esto había pasado si pasó tan solo una vez. Solo fui suya una vez nada más.

Para mí siempre fue estúpido pensar en que las personas podrían enamorarse tan rápido, y aquí estoy yo.

Nuestra ropa fue cayendo por el pasillo de mi departamento, cuando llegamos a mi habitación ya estábamos ambos complementamente desnudos. Me miró a los ojos mientras caminábamos hacia la cama, sus manos acariciando mi cintura.

Sus labios comenzaron a recorrer mi cuerpo una vez me tuvo sobre la cama, mis ojos se cerraron por inercia. Estaba disfrutando bastante de la delicadeza con la que me estaba tratando. Esta parte no la había conocido.

Está manipulandote.

Ignoré esos pensamientos, ahora solo quería disfrutar del ahora.

Subió mis piernas dejando mi zona íntima a su merced, un gemido escapó de los labios al sentir su lengua. Abrió mis piernas lo suficiente para que pueda verlo y no solo sentirlo, mientras él lamía y besaba mi sexo. Lleve mi mano a su cabello, tiré suavemente de este. Llevé una mano a mi boca para callar un poco los gemidos. Pero Matthew tomó mi mano y la apartó

- No, déjame escucharte. Me encanta escuchar tus gemidos.

Y así lo hice, no volví a callar.

Estaba apunto de llegar al orgasmo, sentía como me estaba llevando a terreno peligroso pero aún así me encantaba lo que él me hacía sentir. Matthew se alejó dejándome a medio camino de aquel delicioso orgasmo.

- Joder, he olvidado los condones.

No me pasó desapercibido que habló en plural.

Señalé mi mesa de noche, - Ahí, tengo algunos - Lo ví alzar sus cejas, de alguna manera eso le había enojado - ¿Qué? Mujer precavida vale por dos.

Lo ví sacar dos y romper luego una de las envolturas. Mordí mi labio inferior viendo lo duro que estaba, me gustaba que eso fuera por mi. Cuando se puso sobre mí me agarró nuevamente del cuello e hizo que abriera nuevamente mis piernas dejándome expuesta.

- Pero solo los usarás conmigo, porque te follaré día tras días hasta que se acaben -se posicionó en mi entrada, sus ojos me miraban con promesa- No te daré tiempo a usarlos con alguien más. Eres mía pequeña.

Luego de decir eso entró en mi de una estocada, ya se había acabado el momento de ternura. Un gemido alto escapó de mis labios luego de esa estocada. Su agarre en mi cuello se hizo un poco más intenso en el momento en que empezó a moverse, estaba tan húmeda que su miembro se deslizaba con facilidad.

- Eres mía... Vamos dímelo.

Mirarnos a los ojos mientras me penetraba hacia todo más íntimo. Me excitaba la manera en que me miraba.

Dió una fuerte estocada arrancando otro gemido alto, de alguna manera sentía que no solo quería volverme loca de placer, también quería marcar territorio.

- Dilo, vamos dilo.

- Soy tuya, soy... -Gemí- Soy tuya.

Con una sonrisa traviesa adornando sus labios se empezó a mover más rápido. Mi cama hacia pequeños ruidos por la fuerza que estaba ejerciendo Matthew al hacerme suya. Mis ojos se cerraban cada vez que una corriente de placer recorría mi cuerpo. Llevó su pulgar a mis labios obligandome a chuparlo para luego llevar ese mismo pulgar a mi botón y hacer que no solo llegara al cielo, si no más allá.

- Oh joder, me encantas -gruño.

Juntos llegamos al orgasmo, entre gemidos, jadeos, palabras sucias. El sexo con él era algo que jamás podría comparar con nadie, era perfecto. Sabía pasar de lo tierno a lo agresivo, posesivo. Y eso me gustaba.

Matthew se deja caer a mi lado, lo veo sacarse el condón, hacerle un pequeño nudo y luego ir al baño para tirarlo. Tomó la sábana para tapar cuerpo con esta.

- Ahora es cuando dices que te vas ¿No? -me siento aún tapando mi cuerpo con la sábana.

Se rió e hizo todo lo contrario a lo que dije, subió a la cama, me abrazó por la cintura e hizo que me acostara a su lado.

- No, vine a pasar un rato con mi chica.

PROHIBIDO; Eres el mejor amigo de papá. ✓Where stories live. Discover now