✦˚* Treinta y uno* ˚ ✦

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Diciembre 27, 2000


Había tomado la decisión después de unos meses. No quería seguir viviendo bajo el mismo techo que su familia y quería cumplir su deseo. Necesitaba espacio, su propia casa. Ya no quería seguir en ese lugar frío y vacío. Esa mañana, Draco se marchaba de la mansión Malfoy para siempre y sin mirar atrás. Sabía que bajo ese techo no podía ser feliz aunque eso ya parecía algo inalcanzable.

Se había llevado todas sus cosas y las de ella para llevarlas al nuevo hogar, el que ella había elegido para ellos después de la boda. Curiosamente, Draco Malfoy había accedido a vivir en una casa muggle, fuera del mundo mágico. Quería pasar un tiempo alejado de todo lo relacionado con la magia y qué mejor manera que ir al mundo muggle a vivir. Después de todo, ella le había enseñado las maravillas de ese mundo y él quería pasar algún tiempo en las sombras, pasar desapercibido para el mundo. Quizás incluso encontraría un trabajo estable aunque por ahora prefería quedarse en casa aprovechando el dinero que su madre le había ofrecido para ayudarlo sin que su padre lo supiera.

Cuando llegó a la nueva casa, dejó el par de cajas que trajo consigo en el suelo junto a la puerta y junto al resto de sus cosas. Miró alrededor de la casa por un momento, pensando en ella y en lo mucho que le gustaba la casa que había elegido, recordando todos los planos que tenían juntos para estas cuatro paredes.

Con un suspiro, se puso en marcha. Comenzó a desempacar sus cosas y las llevó a su habitación, colocándolas como ella había dicho que haría.

Guardaba sus vestidos en el armario, cuidadosamente y planchados, como a ella le gustaba. Sus zapatos en un mueble que él había hecho para ella y ordenado por colores, separando los zapatos 'cotidianos' de los elegantes. En su mesita de noche, su perfume y su libro favorito para leer por la noche. Puso todos sus accesorios de baño en los cajones y cuidadosamente colocó su maquillaje, preguntándose por qué lo había comprado, para él ya era hermosa sin necesidad de ponerse tal cosa.

Puso las fotos de ellos y de todos sus amigos en esa pared vacía que ella quería llenar con recuerdos añadidos a los que ya tenían. Observó cada foto en la que aparecía, acariciando su rostro en ellas, viendo lo feliz que la veía en las fotografías, siempre con esa sonrisa que parecía poder arreglar el mundo. Aún podía oírlo en su cabeza, como si ella estuviera allí.

Sin darse cuenta, la mañana había pasado rápido mientras guardaba sus cosas en la casa y cuando vio la hora, decidió tomarse un respiro. Fue a la cocina, sacó una botella de whisky de uno de los armarios, tomó un vaso y lo llenó.

De un trago bebió el vaso de whisky y se sirvió otro. Con la botella en la otra mano, caminó hacia la mesa de la cocina y se sentó, dejando escapar un profundo suspiro. Sus ojos se posaron en el vaso, medio lleno, y lo rodó sobre la mesa, pensativo. Sus ojos se desviaron ligeramente hacia su mano, tomando el anillo en su dedo anular. Mientras lo hacía, no pudo evitar soltar una pequeña e irónica risa.

Todo estaba en completo silencio, ni siquiera se oían los coches en la calle, gracias a la buena ubicación que había elegido, un poco alejada del centro pero perfecta para una vida en común en la que habían pensado en formar una familia.

Se acabó el vaso de nuevo y se sirvió otro. Solo quería emborracharse hasta perder el conocimiento, para evitar sentir todo lo que estaba sintiendo. Se rascó la barba antes de tomar otro trago, suspirando. Desde entonces estaba sin afeitar y, como ya no era un niño y comenzaba a ser un hombre, cubría su rostro haciéndose visible.

Es cierto que Draco Malfoy había cambiado en los últimos tres años, pero ahora mismo ya no tenía sentido para él. Aunque veía el mundo con otros ojos, no dejaba de culparla por lo que había hecho en él porque tal vez, si no lo hubiera hecho ser como ahora, tal vez no estaría sufriendo la ausencia de ella.

Pensar en ella era lo mejor y lo peor que podía hacer. De alguna manera, quería tratar de no hacerlo, se sentía enojado pero por otro lado sentía que si no lo hacía ella sería la que se enojaría.

Después de unos vasos de whisky decidió seguir poniendo todas sus cosas. Algunos incluso le habían pedido a su madre que se quedara en casa. Dejó todos sus libros y CDs donde habían decidido entre los dos, preparó ese rincón de lectura que ella le había pedido que tuviera para esas tardes de invierno de las que habían hablado.

Después de todo, Draco pensó que tal vez, si arreglaba cuidadosamente todo en la casa como ella quería, como habían decidido que su vida en esa casa sería, tal vez entonces, ella entraría por esa puerta y volvería a su lado.


Nota de la traductora: 

CHAN

𝑭𝒊𝒗𝒆 𝒉𝒐𝒖𝒓𝒔 𝒘𝒊𝒕𝒉 𝑫𝒓𝒂𝒄𝒐 𝑴𝒂𝒍𝒇𝒐𝒚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora