𝟒𝟑| 𝐆𝐄𝐌𝐄𝐋𝐎𝐒 𝐒𝐇𝐄𝐋𝐁𝐘.

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— ¿Y bien?

— Thomas quiere conocer a los niños — suspiró.

Hubo un largo silencio, Pearl releía la carta con los ojos tan iluminados que podías pensar que estaba iluminando la habitación con ellos.
No quería dejar de leer, creía que si quizá la leía demasiadas veces las palabras escritas cambiarían a algo parecido a un: "Pearl, por favor perdóname. No puedo vivir sin ti, eres la luz de mis días, las luna de mis noches. Lamento todo lo que sucedió, por favor déjame regresar a tu vida. Eres la única mujer a la que amo y amaré; te amo".

— Deberías dejarlo venir, yo puedo irme a presumirle al hombre de la verdulería mi nueva cadera — sonríe. —. Es un imbécil, pero también merece conocer a sus hijos.

— ¿Para qué quiere conocerlos a ellos? Tiene a su hija con él.

— Bueno, linda, pero él es su padre. ¿No hay otra razón por la que no quieres verlo?

"Porque posiblemente porque lo primero que haré al verlo será saltar a sus brazos y rogarle para que regrese a mi vida, Alfie. Lo lamento".

— Según los periódicos ahora está metido en la política; es más influyente. ¿Qué si toma la decisión de hablar con un abogado y quitármelos? Tengo miedo de él — susurró. —. Además, sé que Índigo estará encantada y querrá irse con él. Siempre he sentido que ella no me ama, no lo sé.

— Tú eres la mujer más fuerte que yo conozco, ¿sabías? Y él no te odia, no intentaría quitártelos — respondió tomando su mejilla. —. Índigo te ama. De verdad pienso que deberías darles la oportunidad de conocerlo.

— Después querrá tenerlos para las pascuas o navidades; jamás permitiré que mis hijos pisen Birmingham — negó. —... o que conozcan a la hija que tiene con Lizzie.

— ¿Crees que yo voy a permitir que los llevé a ese pozo de mierda? Pearl, ambos estamos juntos en esto — recalca. —. Quieras o no, él es tu marido.

— El hombre que yo conocí, del que yo me enamoré, el que me decía lo lindas que eran mis pecas y como brillaban mis ojos bajo la luz de la luna, no está, Alfie. Tommy Shelby es una persona completemente diferente ahora y no deseo que su mala influencia toque a mis hijos — reprochaba. —. Murió y yo lo vi morir, sin poder hacer nada.

— Lo sé, lo entiendo y te apoyo. Pero Tommy también es humano, comete gran cantidad de errores y ahora te está reflejando otro sentimiento humano: el arrepentimiento — contestó. —. Y la decisión es tuya en sí perdonarlo o no. También debes entender que la opción de abortar no fue suya, así como no lo fue contigo, no lo que con esa muchacha, Lizzie. Ella decidió tener a su hija y él decidió reconocerla como suya, así como tú decidiste reconocer a los niños como suyos.

— Pero lo arruinó todo. Se la tiró cuando estuvimos separados y, ¿con qué propósito? ¿Olvidarme? Han pasado casi cuatro años y no creo que me haya superado — negó.

— Pearl, solo déjalo venir. Yo me iré si te sientes más cómoda y puedes tener una plática con él — sonrió suavemente. —. Tanto él, como los niños y aunque no quieras aceptarlo: tú, merecen verse y conocerse. Es tu esposo y es su padre. Déjalo venir.

— No tienes por qué irte. Este es nuestro hogar y él es un simple invitado — recalca.

La muchacha se puso de pie y le indicó a Alfie que descansara, para que se sintiera más enérgico una vez lo hiciera. Ella fue a la oficina y tomó papel y tinta para comenzar a redactar su carta.


𝙮𝙤𝙪𝙧 𝙢𝙖𝙟𝙚𝙨𝙩𝙮 ; thomas shelby Donde viven las historias. Descúbrelo ahora