―Drake ―se detiene frente a la puerta para voltear a verme―. Jodete ―se ríe negando con la cabeza para salir del baño.

Salgo casi al instante y camino a toda prisa por el pasillo. Antes de llegar a donde están Albert y los demás me cruzo con Jeff. Sin poder pensar un poco más lo empujo contra la pared sujetándolo del cuello.

―¿Qué te sucede? ―pregunta con el ceño fruncido.

―Escúchame una cosa jodido infeliz. Sé de tu trato con el otro tarado ―frunce un poco más el ceño antes de abrir en grande los ojos―. Abre la boca y te arrastro conmigo. Me importara una mierda todo ―lo empujo con fuerza contra la pared, intenta llamarme pero lo ignoro apresurándome a llegar hasta la puertas del juzgado.

―¿Está todo bien? ―cuestiona Albert acomodando su traje. Asiento y entramos al salón. Algunas personas entran poco después, y como cada vez, quienes están de su familia me miran mal.

―Ashley, ¿podemos hablar? ―mantengo mí vista al frente cuando Jeff intenta tomar mi brazo.

―Pónganse de pie ―la jueza entra y no es hasta que golpea el martillo que volvemos a tomar asiento.

―Fischer, presente su testigo ―él vuelve a levantarse al mismo tiempo que abotona un botón de su saco.

―Ashley D'angelo es a quien acusaron y tildaron de victimaria. Pero no conocen toda la historia ―extiende su mano en mi dirección para guiarme hacia el estrado―. Recuerda, tú no eres la villana ―susurra frente a mí. Le doy un asentimiento de cabeza y él vuelve a la mesa junto a Jeff.

Me hacen jurar que diré la verdad en nombre de dios. Es absurdo esto.

―Ashley, ¿podrías contarme exactamente qué hiciste esa noche, desde la tarde anterior? por favor ―asiento con la cabeza apretando mis manos sobre mi regazo.

―Fui al hospital durante la tarde, como a las cinco de la tarde, yo fui a... fui ―las palabras se traban en mi garganta, Albert me murmura que me tranquilice y continúe―, fui a ver a mi madre. Estuve allí toda la tarde, ella tenía estudios, muchos estudios. Cuando salí de allí era demasiado tarde.

―¿Tomaste el bus? ―debe sentir que comenzaré a divagar y por eso inicia las preguntas.

―No, el bus no pasa hasta esa hora. Eran casi las once, no, once treinta. No, no, eran las once en punto. No recuerdo ―se escuchan algunos murmullos que me juzgan en bajas palabras.

―¿Podrías relatar lo que recuerdas? Solo desde que fuiste por esa calle ―trago saliva comenzando a sentir comezón en mi brazo.

―Comencé a sentirme incomoda, era como si una parte de mí supiera que algo no estaba bien. Tuve que apagar la música para poder concentrarme en si escuchaba algún sonido extraño porque en las calles no había nadie y... no podía imaginar que podría pasar ―evito mirar algo que no sea el suelo―. No era la primera vez que volvía sola y me sentía insegura, lo había hecho muchas veces solo que esta vez era diferente, me sentía diferente.

«Busque en mi mochila las llaves de la casa, quería tener algo con que poder defenderme en caso que sucediera algo. Pero no esperaba que eso sucediera ―hago una pausa soltando el aire. Albert se acerca dándome un vaso con agua, ya que lo que sigue me pone nerviosa decirlo en voz alta―. Comencé a escuchar que alguien me hablaba, así que apresure el paso.

―¿Recuerdas las cosas que escuchaste? ―pregunta y yo asiento pero vuelvo a negar.

―No exactamente, pero recuerdo algunas como que era muy tarde para andar sola, a donde iba tan apurada, que... ―cierro los ojos para levantar la cabeza y voltear hacia la que era su esposa―, que si le daba un minuto podríamos hacer muchas cosas ―nuevamente escucho murmullos pero intento no prestarle atención―, y más cosas que prefiero no recordar.

―¿Venia caminando frente a ti? ―paso una mano bajo mi nariz comenzando a jugar con mis piernas.

―No, él venía detrás de mí ―Albert asiente y gesticula que lo estoy haciendo bien.

―Continua por favor ―suspiro asintiendo viendo a Jeff por un instante.

―Sentí que tiraban de mi brazo y me empujaban contra una pared, me tomó varios segundos darme cuenta que me había arrinconado contra un callejón ―las palabras se cortan pero me recompongo rápidamente―. Intente usar las llaves para defenderme, pero me aprisionó las manos sobre mi cabeza.

«Intente gritar, o pedir ayuda pero no había nadie ―evalúo todos en la habitación y veo como su sobrino, Drake, se cambia de lugar quedando a unas filas de Noelia―. Intentaba hacer que se detenga, le pedía que me dejara tranquila mientras metía sus manos dentro de mi camiseta.

―¡Eres una mentirosa! ―grita una chica de tal vez mi edad levantándose e intentando llegar hasta donde estoy yo―. ¡Eso es lo que eres! ¡Mentirosa!

―¡Orden! ―grita la jueza antes de pedirle a un oficial que la saque de aquí.

Albert, quien se había puesto delante del estrado como una barrera, mira de mala manera a Murphy ya que había comenzado a reírse por lo bajo.

―¿Puedo hacer una pregunta antes de continuar? ―el abogado se levanta y Albert voltea hacia la jueza.

―Todavía no terminé ―dice serio. La jueza los observa rápido antes de asentir hacia Murphy.

―Que sea rápido ―Albert suspira volviendo hacia Jeff. Murphy se levanta hacia donde estoy yo.

―Es muy terrible esto que nos estas contando Ashley. Lo lamento realmente por la persona que lo haya vivido ―Fischer suspira con fuerza pidiéndole a la jueza que lo detenga, pero ella no hace nada―. Porque si esa historia fuese tuya, sabrías que estas equivocada.

«El acoso hoy en día está penado, en lo que estoy totalmente de acuerdo, así que no me queda claro algo y debo preguntar. Luego de, según tú defenderte del señor Durand ¿Ustedes huyeron de la escena? ―veo a Albert antes de asentir lentamente.

«Entonces déjame entender, en una sociedad, donde el acoso está penado y habrían dicho que fue en defensa propia, ¿decidieron dejar la escena sin saber si él podría estar muerto? Discúlpeme su señoría, pero esto me parece todo menos un caso objetivo ―lo último lo dice volteando a ver al jurado. Muchos de los que están ahí sentados asienten mirándose entre ellos.

Murphy se encoje de hombros antes de caminar de regreso a su mesa. 

Un Secreto En Otoño [#1]Where stories live. Discover now