☬ 𖥻 𝐃𝐎𝐒

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Para los japoneses, él parecía un muñeco. Y cómo no, si su piel nivea e hidratada parecía ser de mentira, sus facciones eran finas muy lejos de ser bruscas, su mandíbula no era tan filosa, de hecho era perfecta para su rostro, aquellas pestañas densas que acompañaban sus ojos violáceos y sus pequeños  rosados labios, hasta su altura.  Vincentt había sido bendecido con la belleza etérea.

Podías hasta sentir satisfacción de verlo.

A lo lejos pudo observar un albino de 1'90 vestido de negro, con unos lentes de ese mismo color a pesar de que no hacía sol en lo absoluto.

Junto a su guardaespalda se dirigió directamente hacia él, que estaba en la puerta central del aeropuerto, a pesar de haber llegado en un avión privado tuvo el capricho de entrar al recinto para comprar algunos detalle típicos de turista.

—Príncipe Vincentt, me alegra que esté aquí por fin, junto al escuadrón nos instalamos en el lugar y dimos una revisión para lograr su cómoda estadía — se inclinó con la mano en el pecho demostrando lealtad, era algo típico de los servidores de la...

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—Príncipe Vincentt, me alegra que esté aquí por fin, junto al escuadrón nos instalamos en el lugar y dimos una revisión para lograr su cómoda estadía — se inclinó con la mano en el pecho demostrando lealtad, era algo típico de los servidores de la realeza.

— Zattoru d' Alcia, es un placer verte de nuevo. Conversaremos en el auto.

El albino le abrió la puerta mientras el príncipe se adentraba al lujoso auto despidiéndose de su guardaespalda, sabía que si lo dejaba con Zattoru nada le ocurriría. Después de todo el escuadrón 104 contenía los soldados más adiestrados y fuertes de la nación.

—Ah, Zattoru que elegancia la de francia, eh.—se quejó el menor dentro del auto mientras se apoyaba en el asiento de copiloto para luego mirarlo con un ligero puchero.

—Tenía que hacerlo, pequeño príncipe. Bienvenido a Japón, Vinnie. — le regaló una sonrisa para luego arrancar el auto en dirección a su nuevo hogar.

—Oi, ¿cómo viviré aquí? — preguntó por pura curiosidad.

— Mh, bueno el escuadrón ya revisó a mansión, fuera de peligro, los demás se instalaron y acomodaron tus pertenencias, nos avisaron que diste la autorización para que su hijos puedan acompañarlos, te agradecen por eso. — añadió mientras mantenía la mirada en el frente, si se trataba del príncipe no podía cometer ni un error, no por su posición, sino porque adoraba tanto a ese niño que sería incapaz de perdonarse si ocasionaba un accidente.

— Ah, sí. Tengo entendido que tienen mi edad o por ahí y nunca habían salido del país, además de que sería mucho tiempo alejados de sus parientes ¿qué mejor no llevarlos con ellos? No presentan problemas y son reclutas. — respondió con menor importancia, para él era común tener ese tipo de pensamiento.

Era lo que lo hacía príncipe. Pensar en los demás primero.

— Cómo siempre, Vinnie tan lindo~

— ¡Zattoru! — se quejó mientras un rubor se extendía por sus mejillas ocasionando una suave risa por parte del albino.  — Ya andas viejo, lo nuestro es imposible.

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