27. Mi primera amiga

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Nos metemos en uno de los espacios cerrados, el cual no tiene más de dos metros. Está cercado por grandes cortinas que lo separan de los contiguos, en uno de los cuales se escucha a una pareja teniendo sexo como locos. Una mesa redonda está en el medio y la rodea un sillón de cuero bastante gastado. Ella me empuja sobre este y se sienta encima de mí, sin perder el tiempo.

—Espera —la detengo, con una mano sobre su torso—. Antes, quiero pedirte algo.

—Es tuyo todo lo que hay en la mesa —apunta con la cabeza al costado, donde se pueden ver pastillas y un montón de porquerías ilegales.

—Prefiero algo mejor. ¿Qué te parece si hablamos primer...? —No consigo terminar porque ella se abalanza a mi boca, intentando besarme, como si no quisiera perder tiempo con estupideces. La empujo en una primera reacción, pero esto la pone furiosa y me da un manotazo en la cara.

—¿Un muñeco difícil? Me gusta —expresa, entre risas—. Está bien, hagámoslo a tu manera. ¿De qué quieres que hablemos?

Ni siquiera sé quién es, pero, por ahora, es la única oportunidad que tengo.

—Estoy buscando a alguien —le confieso. Tal vez no sea lo más inteligente del mundo, pero debo actuar rápido, así no tengo que quedarme aquí más tiempo del necesario—. Es alta, delgada, de piel pálida y tiene veintiuno.

—Ay, estás describiendo a casi todas las chicas que andan por aquí, muñeco —ella vuelve a reír.

Se agacha al costado y estira una pastilla que estaba sobre la mesa. Abre una cerveza y se la toma con ella, para luego voltear a verme de nuevo, como si nada.

Suelto un disimulado suspiro.

—Tiene el cabello azul y se llama Ivanna Belloto. ¿Tienes idea de dónde puede estar?

Frunce los labios y asiente con la cabeza, amenizando un poco su expresión tan alegre de hace un momento.

—Ya ubico a tu chica, pero tendrás que darme algo más para que te lleve junto a ella.

—¿Qué quieres? —Pregunto, temiendo su respuesta.

—Lo primero es que te tomes una cerveza conmigo —propone, con una mirada juguetona—, luego veremos a dónde nos lleva eso.

No nos llevará a ningún lado, te lo aseguro.

Me encojo de hombros y asiento con la cabeza. Ella se agacha de nuevo y me tira una cerveza, que atrapo en el aire. Le doy unos tragos, mientras, ella vuelve a hablar.

—Cuéntame qué quiere un bomboncito como tú con alguien como ella.

Me detengo unos segundos a pensar en qué decirle. No tengo forma de saber qué tan cercana es a mi hermana y prefiero no exponerme demasiado.

—Solo tengo unos asuntos que resolver con ella cuanto antes —le contesto.

—¿Qué clase de asuntos? —Me coloca una mano en la pierna y se agacha tanto sobre mí que no me queda más opción que mover un poco el torso hacia atrás y volver a llevar la botella a mi boca, para evitar que la suya haga contacto conmigo—. Eres un rebelde —se burla—, pero eso solo resulta un desafío para mí.

Apenas bajo de nuevo la cerveza, se impulsa hacia mi boca sin contenerse. La empujo y no parece inmutarse, se acomoda mejor sobre mi regazo y comienza a deslizar sus dedos sobre el cierre de mi pantalón, buscando bajarlo. Vuelvo a apartarla, tomándola por los hombros, y hago un nuevo intento.

—Dime dónde está Ivanna —insisto, incapaz de disimular más. Esto hace que se eche a reír con tanta fuerza que sus cortos cabellos se balancean hacia cualquier lado.

Ese último momentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora