De repente salí de ese recuerdo y entre en otro.

Ahora estaba en la misma habitación pero con una niña de 1 año aproximadamente. Los rasgos de su rostro más definidos. Ella estaba en un rincón del dormitorio comiendo un plato de frutas, sus dedos y boca estaban llenos de los sumos.

Vi entrar a las personas que había oído discutir en el recuerdo anterior, pero no entraron solas, vinieron junto a un ¿sacerdote?

-Y como les decía, al delito de la brujería le corresponde el ajusticiamiento mediante la hoguera.- venía hablando el sacerdote.

-Padre, pero ella no decidió serlo, ella nació así.- respondió el hombre que supuse era mi padre.

-Con aún más razón, nació para perteneciendo a ese mundo, no debe ser parte de nosotros, una criatura profana.

El tono de la voz de aquel ser era fría, turbia. Su semblante en vez de ser cálido, reconfortante era firme y despiadado.

-No se preocupe, padre, haremos lo que usted decida.

-¡Elena, por el altísimo! Es una niña, no la tiren al fuego como un animal, al menos denle una muerte menos dolorosa.

El sacerdote lo pensó por un momento, miró a la niña que comía a mi lado, detallándola pero aguardando su distancia. Como protegiéndose de ella.

-Irá a la hoguera después de un ahorcamiento previo, para que no sufra el dolor del fuego.

-Así será.- respondió aquella mujer, que por nuestro parentesco físico pude deducir que era mi madre. Si es que se le podía llamar a un ser tan despreciable así.

Pase a otro recuerdo como si estuviera cambiando las páginas de un libro.

Ahora estaba en un día lluvioso en una acera, venía un hombre con una capucha negra cargando a una niña envuelta en sus brazos, me encontraba de pie frente a un edificio oscuro y sombrío. Poca gente transitaba por esa desolada calle, vi al hombre entrar a tal lugar con la niña en brazos y lo seguí.

Al cabo de unos segundos lo oí hablar con una señora, la postura de aquella mujer era alta y autoritaria. Tomo a la niña de la mano y le quito todo el vendaje de encima, cuando la dejo al descubierto pude verla y note una marca roja alrededor de su cuello. Era como si la hubieran atado por ahí, vi sus muñecas y llevaban la misma cicatriz, sin duda alguna la habían retenido amarrándola. Lo único que escuche de la conversación hizo que mi pecho se contrajera:

-Tranquiló señor, el orfanato de Godric's Hollow la cuidara lo mejor posible.

La niña lucia asustada, paranoica y expectante. El hombre se acercó a ella, besó su frente y se marcho.

Saque mi cabeza del pensadero, mis mejillas estaban bañadas en lágrimas, inconscientemente comencé a llorar.

Tome mi cuello en busca de marcas y repase mis muñecas pero no había nada.

-¿Cómo es que ya no las tengo?- mi voz estaba rota.

-Eran heridas hechas por muggles, con magia pude eliminarlas.

Mi abuelo me miraba con pesar, yo estaba recostada a una de las paredes con una mano en el pecho.

Esos recuerdos siempre estuvieron allí, solo que yo... los había olvidado, me habían hecho olvidarlo.

-Sé lo que te causaron todas esas imágenes y que seguramente ya tu mente está desbloqueando los demás recuerdos, pero quiero que sepas que si te quite esa parte de tu pasado es para que no lidiaras con el dolor que te causaría.

Me lance a abrazarlo, a llorar, esas personas tan crueles iban a sacrificar a una niña.

-El sombrero seleccionador había dicho que mi madre era una Slytherin y mi padre un Gryffindor.

-El dijo lo que le pedí que dijera, pero en realidad yo no interferí en su elección para otorgarte una casa. El simplemente me ayudó a sostener esa mentira.

No estaba enojada con él, no iba a actuar como esas chicas inmaduras de los libros que detestan a sus mayores por haber tomado malas decisiones aunque tuvieran buenas intenciones.

Llore ahí, en los brazos de mi abuelo, por lo que pareció ser mucho tiempo, el solo se dedicó acariciar mi cabello.

Cuando me sentí mejor me aparte, me dio un vaso de agua y limpié con la parte dorsal de mi mano mis ya secas lágrimas.

-Creo que es hora de que ya vayas a comer.

Asentí y me dirigí a la puerta.

-Gracias abuelo, por mostrarme la verdad.

Me dio una cálida sonrisa y termine de retirarme del lugar.

Cuando iba caminando camino al gran comedor por uno de los desolados pasillos vi a alguien dirigirse hacia mi, Ginny.

Llevaba tiempo sin verla, no estaba enojada con ella ni nada parecido, era mi amiga y la quería. Cuando llegue a Hogwarts ella me recibió de la mejor manera y se lo agradecía.

Lucia contenta, su lindo cabello rojo moviéndose por la velocidad en la que se me acercaba.

-¡T/n!- se abalanzó sobre mi cubriéndome con sus brazos.

-Hola Ginny.- nos separamos y ella me dedicó una sonrisa genuina a la cual yo se la devolví -¿Cómo estás?

-¿Cómo estás tú? Supe que Harry te cuido.- su voz no desprendió celos, al contrario, lo dijo con tanta naturalidad que supuse que ya no le molestaba lo de el y yo.

-Estoy bastante bien y si me cuido, fue muy bueno conmigo,- cambié de tema -¿Y por qué estás tan contenta?

Ella apretó sus labios tratando de ocultar su sonrisa, estaba tensa de la alegría y hasta me la contagió hasta que oí la respuesta de mi pregunta:

-Unos días antes de que llegaras acompañe a Harry a esconder el libro de pociones y lo besé.

Mariposas negras +18 (Editando)Where stories live. Discover now