Llevó la ropa al dormitorio, donde seguía durmiendo Magnus, y la colocó cuidadosamente sobre el respaldo de la silla que había frente al tocador del brujo. Volvió al salón para coger la bolsa que llevaba el maquillaje y también la caja que su hermana le había traído y lo dejó todo encima del escritorio menos la caja negra, que dejó en su propia mesita.

Con todo ya preparado, se descalzó y volvió a meterse en la cama junto al brujo, que instintivamente se removió para acoplarse al cuerpo del nefilim.

-Mnn...- murmuró Magnus removiéndose, aún medio dormido- Creía que te habías ido- dijo ya un poco más despierto.

-Te dije que estaría aquí cuando te despertaras, ¿recuerdas?

-Temía que hubiera sido un sueño- murmuró con una sonrisa radiante mientras se acurrucaba más contra el cuerpo de Alec, que lo rodeó con sus brazos, besando su cabeza.

-Estoy aquí, cariño, soy yo de verdad.

Media hora después, Magnus al fin se sintió lo suficientemente fuerte como para hacer frente a un nuevo día y se alejó, aunque a regañadientes, de la cama y del cuerpo de su novio. Se dirigía al baño para ducharse cuando algo brillante llamó su atención en la silla que había frente a su tocador, con pasos lentos se acercó allí y cogió un precioso jersey rojo.

Sus ojos se abrieron aún más al ver un cinturón y unas botas a juego, junto a unos pantalones y un montón de maquillaje que no había estado ahí la noche anterior. Aún con el jersey en las manos, se giró para mirar a Alec, que a su vez lo miraba un poco sonrojado sentado en el borde de la cama.

-Esto... no sé si te gustará o si esas cosas combinan. Hay más en el salón, creo que Izzy se tomó demasiado literalmente lo de comprar cualquier cosa que brillara...

Magnus no sabía cómo reaccionar, el amor de Alec siempre lo había asombrado, pero en momentos como estos lo golpeaba con tal fuerza que se sentía incapaz incluso de respirar. Aún con el corazón en un puño, dejó el jersey y fue hacia la cama. Se sentó en el regazo del menor y rodeó su cuello con sus brazos.

-Eres maravilloso, Alexander- le murmuró al oído dejando un beso en su cuello y haciendo que el joven se sonrojara aún más.

-Hay algo más que quiero darte, Mags- dijo estirando la mano que no rodeaba la cintura del brujo hacia su mesita para coger la caja negra, que volvió a tintinear.

Se la tendió a Magnus que la abrió aún sentado en el regazo del nefilim. Cuando vio lo que contenía, sus ojos se llenaron de lágrimas.

-No puede ser... ¿cómo es posible?- dijo estupefacto sacando un par de colgantes a juego de entre el montón de abalorios que había en el interior de la caja.

Conocía perfectamente esos colgantes, los mismos que habían descansado sobre su pecho durante aproximadamente 3 siglos, al igual que sus homólogos rodeaban el cuello de Cat y Ragnor. Esos colgantes eran una promesa que el trío de amigos había hecho, una promesa de que el lazo que los unía sería más fuerte que los siglos y la distancia, que la muerte y que la inmortalidad.

Nunca se los había quitado, hasta hacía dos semanas, cuando Kelsier se cansó de tener que apartar el objeto de su cuello cada vez que quería jugar con su cuerpo y se lo arrebató.

Éste había sido el último de sus abalorios que Kelsier había tirado, pero antes ya le había arrebatado otros muchos objetos con una gran carga emocional para el brujo.

Y ahora sus lágrimas caían sobre la mayoría de esos objetos, que descansaban entremezclados unos con otros en esa caja que su nefilim le había ofrecido.

POR TÍ ~Malec fanficजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें