Entre Joy y Nueva York (AQS #5)

Capítulo 02.

Cierro la puerta con seguro. No confío en mí mismo si algo como lo de recién ocurre de nuevo así que mejor asegurarse de no cagarla.

Tomo una ducha, bastante rápida porque no tengo tanto tiempo como desearía y al salir me visto con mi usual traje gris y una corbata a juego. Marco a mi secretaria informando que llegaré un poco retrasado y con mi maletín en mano me quedo de pie al ver el desastre que hay en la cocina.

Masa sobre la encimera de la isla, mi sartén completamente echado a perder y varios trastes sucios en el fregadero con una muy tranquila Joy sentada en un taburete, desayunando en medio de todo el desastre sin importante una mierda.

—Limpias eso, y lo dejas tal como estaba—digo con los dientes apretados. Sus avellanas se fijan en mi mirada y me sonríe la descarada.

—Al menos no comí en tu preciada mesa—responde feliz.

—No, pero arruinas también mi cocina—me acerco a la encimera contraria y me sirvo un poco de café que preparó. El primer sorbo es suficiente para saber que es un completo asco por lo que termino vomitando en el fregadero ante la sonrisa de Joy. Enjuago mi boca, bebo un poco de agua para pasar el asqueroso sabor de haber bebido ese café que parecía más aceite para coche. —¿Qué mierda es eso?

—Café—susurra apenada.—Lo siento, te dije que no sé hacer nada en la cocina.

—Pero... ¿cómo puedes arruinar el café si solo debes ponerlo en la cafetera?—suena demasiado ilógico que no sepa hacer un puto café cuando mi cafetera funciona con cápsulas, no debes hacer nada más que introducirla y ya, la máquina hace todo por ti pero al parecer ella la arruinó. Realmente no sabe hacer nada. —Mañana no quiero verte aquí. El área de la cocina queda completamente descartada para ti.

—Debo comer—su sarcasmo no ayuda, el ver mi cocina hecha un desastre tampoco pero no soy tan mala persona como para dejarla morir de hambre. Es eso o simplemente aceptar que mi área favorita del apartamento esté todo el tiempo desordenada, así que cierro los ojos al suspirar.

—Yo cocino en esta casa, tú solo... no lo sé, limpia si quieres—tomo mi maletín y camino hasta la puerta. No sé si quiero dejarla sola, tengo miedo de regresar y encontrar mi apartamento completamente en llamas pero de igual manera tengo que ir a trabajar.

No tengo idea de qué es lo que ella hace para vivir, si planea buscar un empleo o si ya tiene algo en mente pero necesito que se mantenga ocupada para así tener un poco de paz al menos en las horas en que estará jodiendo a otro y no a mí.

Desperté con dolor de cabeza y no estoy de un humor fantástico así que el tránsito y los embotellamientos no ayudan a que mejore, solo empeoran mi situación. Finalmente puedo estacionar mi coche en mi lugar de siempre, veo como todos los días el coche de Ciara a unos cuantos pasos y me digo a mí mismo que debo buscar la forma de hablar con mi chica porque realmente necesito una explicación y una solución al problema que dejó en casa.

Apenas las puertas del ascensor se abren en mi piso, camino seguido de mi secretaria. El café que me entrega me sabe a gloria y es que creo que aprendes apreciar las buenas cosas luego de probar las malas, y vaya que el café de Joy es bastante malo.

Sarah me informa sobre las reuniones a lo largo del día, me entrega unos papeles que debo firmar y mi reunión con jefe además de la llamada de mi madre para recordarme la cena de Año Nuevo en unas semanas.

Hoy no estoy de ánimos ni para mirarle el trasero a mi asistente, así que apenas ingreso en mi oficina cierro la puerta disfrutando del silencio que me rodea. Suspiro al tomar asiento en mi silla mientras en mi mente no dejo de recordar el desastre que era mi cocina cuando me fui.