Capítulo uno: Trillizos.

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Diego

Diego suspiró profundamente antes de entrar al aula de clases, en cuanto atravesó la puerta todo el bullicio que había adentro cesó.

—Buenos días, chicos —saludó con una pequeña sonrisa y colocó su maletín sobre el escritorio— Tomen asiento, por favor —hoy era el primer día de clases, era lunes y la noche anterior no pudo dormir nada debido a los ruidos “felices” de su vecina de al lado. Escuchó a los alumnos moverse por el salón y a las sillas siendo arrastradas.

Dió un último suspiro antes de girarse a la clase.

—Para los que no me conocen soy Diego Castañeda, también pueden decirme David, y seré su profesor de idiomas —recorrió con su mirada a todos sus alumnos y entre todos ellos logró identificar algunas caras nuevas— Veo que hay chicos nuevos con nosotros, pasemos la lista.

Tomó la hoja que había sobre el escritorio y comenzó a nombrar a cada uno— Terrence está, Claire, Morgan, ¿quién es Klaus?

Un chico de rizos y ojos delineados se puso de pie, una enorme sonrisa apareció en sus labios— Soy yo, un gusto conocerte, guapo.

Diego frunció su ceño ante eso, aunque no le sorprendió la aptitud del chico, ya había tenido alumnos así.

—Le pediré respeto, joven Klaus. —Klaus mordió su labio y volvió a sentarse.

—¿Aidan? —preguntó a la clase, el chico que estaba sentado en la mesa de Klaus alzó su mano, ni siquiera alzó su mirada— Regar, ¿Vanya Hargreeves?

—Soy yo. —habló una chica de largo cabello castaño y ojos marrones. Sus finos y delicados dedos iban a adornados por varios anillos de color dorado.

Algunas pequeños murmullos se hicieron presentes en el salón. Diego pidió silencio para poder continuar con la asistencia, no deparó en que la chica llevaba el mismo apellido del director del plantel.

El timbre que indicaba el receso se anunció, causando que los chicos salieran del aula con rapidez. Por un momento pensó que tal vez el chico de rizos se uniría a algún grupo, que es lo que suele hacer las personas extravertidas como él, pero sólo esperó a que sus acompañantes —la chica de cabello castaño y Aidan— guardaran sus cosas.

Cuando salieron del salón, Diego pudo pasarle el seguro al salón, se mantenía cerrado durante los recesos para evitar el extravío de algún objeto.

Diego había tomado un poco de efectivo antes de salir del salón y se encaminó hacia la cafetería. A medida que avanzaba por el pasillo recibía algunos saludos por parte de sus alumnos, la verdad es que era un profesor al que le tenían bastante estima.

—¡Hey, Castañeda! —escuchó que le llamaban, detuvo su paso al identificar la voz y esperó a que la mujer se acercara.

Vestía un elegante traje de falda de color gris, su hermoso y rizado cabello venía recogido en un moño alto y su maquillaje eran tan ligero como siempre.

—Allison, colega —le saludó con un beso en su mejilla en cuanto la tuvo a su lado— ¿dónde has dejado al grandote?

—Oh, ha ido al baño a lavarse las manos —Allison señaló detrás de ella— pero vamos, dijo que lo esperamos en la cafetería.

Siguieron su camino y llegaron a la cafetería, pidieron su comida y luego se acercaron a la mesa donde estaba sentado el profesor Min, Allison se dirigió a Diego.

—Me he enterado de que te ha tocado con los trillizos... —su tono de voz fue bajo, confidencial. Antes de hablar había mirado a los lados para asegurarse de que no hubiera alguien escuchando.

Young Blood | AUWhere stories live. Discover now