Parabatai

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Charlotte, que se hallaba en el vestíbulo, escuchó la puerta del Instituto abrirse con fuerza. El estruendo hizo que tanto Henry como Sophie corrieran a ver que ocurría.

Will apareció, con el rostro cubierto de sudor y una expresión de terror y angustia. En sus brazos, Jem yacía inmóvil con las manos y el cuello de la camisa manchados de sangre.
Henry ayudó a Will a llevar a Jem a su habitación, con Charlotte pegada a sus talones. Sophie corrió a la cocina por un trapo húmedo.

Will se arrodilló junto a la cama de su amigo, quien respiraba con dificultad.
Charlotte le dio un vistazo a la caja de Yin Fen del chico y la halló vacía. No había rastro de aquel polvo blanco.
«¿Por qué no me lo ha dicho?» pensó Will. Esa tarde Jem se veía radiante, con las mejillas rojizas y color en sus ojos. Había estado actuando como siempre, hasta que había comenzado a toser sangre.

—¿Dondé habían estado? —preguntó Charlotte.

—Hemos ido a cazar patos... —Will tenía la vista puesta en el pecho de su parabatai y su voz se oía quebrada— y entonces se ha puesto así. Pero estaba completamente bien, ¿por qué de repente se ha puesto así?

La voz de Will, cargada de angustia y tristeza hizo que Fairchild recordara el momento en que Herondale había llegado al Instituto. La voz de sus padres gritando su nombre desde fuera y Will pidiendo que se fueran.
Miró entonces a Jem y recordó cuando éste había llegado al Instituto. Will lo había despreciado, pero luego se habían hechos buenos amigos y después hermanos de sangre.

Los ojos de Charlotte se inundaron, Henry corrió hacia ella para abrazarla. Sophie entró en la habitación con una cubeta con agua y un trapo.
Se acercó a Jem para colocarle el trapo, pero Will la detuvo.

—No tiene fiebre —dijo— eso no va a servir de nada. Yin Fen es lo único que lo ayudará.

Se levantó del suelo, dispuesto a ir en busca de alguien que pudiese venderle más droga, pero una voz hizo que se detuviera en la entrada.

—No... Will —era Jem, que había despertado de su ensoñación— Will...

Herondale corrió hacia él de nuevo se tumbó a su lado, con el cuerpo temblando con intensidad.

—Will... Por favor, no lo hagas.

—Debo ir o si no...

—Will, escúchame —le acercó la mano al rostro lentamente— voy a estar bien. No tienes que preocuparte por mí, todos sabíamos que este momento llegaría.

—No voy a dejarte morir —susurró— No voy a dejarte morir... ¡No voy a dejarte morir! ¡NO VOY A DEJARTE MORIR! ¡NO PUEDES MORIR!

—Will... La muerte nos separará.

Sophie, que se había alejado de la cama, miraba la escena con inquietud.
Charlotte no había cesado de llorar y Henry la rodeaba con sus brazos mientras escuchaba la conversación de los muchachos.
La criada abrió los ojos como platos cuando vio que Will derramaba lágrimas.
Will. La persona más insensible del mundo estaba llorando.
Jem era su parabatai, su hermano de sangre y parte de su alma, era algo normal que se alterara cuando la vida de su amigo pendía de un hilo.

—Acércate a mí —dijo Jem— No puedes ir a donde yo voy, y tampoco me gustaría que lo hicieras. Pero quiero que sepas que no estoy solo, dondequiera que estemos somos uno.

Tessa no es parte | Cazadores de sombrasWhere stories live. Discover now