Prólogo

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"Por favor, que los pasajeros del vuelo con rumbo a Atlanta se preparen para embarcar."

Ese era mi avión. Subí y coloqué mi equipaje, para después sentarme en mi respectivo asiento.

Por fin iba a volver a ver a mi hermano y a mi padre después de estar casi dos años sin verles.

Me dieron una beca para ir a estudiar a una prestigiosa escuela de California, y, aunque sólo tenía 11 años por aquel entonces, mi padre quiso que fuera. Dijo que sería una oportunidad estupenda, aunque tuvo que hacer muchos esfuerzos para conseguir llevarme, al igual que mi hermano. No fue fácil, pero con un poco de esfuerzo todo se consigue.

El año pasado no pude visitarles porque estuve un poco liada con los exámenes finales y no tuve tiempo de preparar el viaje, pero este año ha sido diferente y quiero darles una sorpresa.

Sonreí y me puse los auriculares. Me acomodé en mi respectivo asiento y le dí al 'play'. Así el viaje se me haría más ameno.

Al cabo de un rato, el sueño me venció y me quedé dormida.

(. . .)

"Señores pasajeros, prepárense, aterrizaremos en unos instantes."

Me levanté y cogí mi equipaje. Al salir del avión, noté algo muy raro. El aeropuerto estaba vacío. Le resté importancia y salí a la calle.

Estaba todo vacío y el silencio era bastante intimidante, e incluso terrorífico. Ninguna persona caminando, ningún coche circulando...

《Que raro.》pensé.

Caminé hacia mi casa, desesperada por poder encontrar algún ápice de vida en la calle. Algún ruido. El que fuera. Pero no oí nada.

《¿Dónde estará todo el mundo?》

Cuando por fin llegué a mi casa, respiré hondo y llamé a la puerta. Nadie abrió la puerta, así que me aferré a la idea de que, quizás, no me hubieran oído.

Volví a llamar, obteniendo el mismo resultado.

Saqué las llaves de uno de mis bolsillos y abrí la puerta.

-¡Ya estoy en casaa! - grité a pleno pulmón. No hubo respuesta.

El miedo empezó a recorrerme el cuerpo de pies a cabeza y, temblorosa, entré en el salón. Nadie, pero algo había cambiado. No había ni una sola foto en las paredes. Entré en mi habitación, todo seguía como lo dejé, pero... Miré encima de mi mesa, la foto de mi madre no estaba. No estaba. Uno de los pocos recuerdos de mi madre no estaban.

《¿Nos habrán robado?》pensé temblorosa.《O aún peor, ¿Qué les han hecho los ladrones a mi hermano y a mi padre?》

Mi respiración empezó a agitarse y las lágrimas se acumularon en mis ojos.

Los cajones estaban abiertos de par en par con su contenido revuelto, como si alguien hubiera entrado a toda prisa y hubiera cogido todo lo que pudo. Pero no se habían llevado las cosas de valor. Entonces... ¿Qué coño había pasado?

Y entonces me dí cuenta. Había un rastro de sangre. Lo seguí hasta su origen, rezando para que esta no perteneciera a mi padre o a mi hermano. El rastro llevaba hasta la habitación de mis padres.

Había un hombre, tumbado boca arriba sobre la cama. Tenía la cara y el cuerpo tan destrozadas que apenas pude distinguir si era humano. Analicé con atención lo que quedaba de su rostro, con miedo a que pudiera ser mi hermano o mi padre. No lo era. Pero reconocí su cara. Mike. Era mi mejor amigo antes de que me marchara a California. Me llevé las manos a la cara, horrorizada, y las lágrimas brotaron y calleron por mis mejillas. Le habían pegado un tiro en la cabeza.

Respiré hondo, tratando de calmarme. Y lo conseguí, me sentí un poco más aliviada que antes. Pero no del todo, ni por asomo.

《Esto tiene que ser una broma.》pensé. Y que incrédula fui al pensar eso. En realidad no lo creí, solo me aferré a la idea, asustada.

Corrí hasta la puerta y salí de mi casa corriendo, desesperada por encontrar a alguien. ¿Dónde está todo el mundo? ¿Qué había pasado? ¿Y mi familia?

Después de recorrerme todo el barrio, a lo lejos distinguí una figura humana. Por fin.

-¿Señor? - pregunté, pero solo obtuve un gruñido como respuesta. - ¡SEÑOR! - alcé aún más el tono de voz.

La figura se dio la vuelta, dejando ver su deteriorada y desgarrada cara. Como la de Mike.

El hombre se acercó lentamente hacia a mi, cojeando.

-¿Señor? - repetí. Pero aquel... aquella cosa solo gruñó

Me quedé paralizada. ¿Qué demonios era eso?

Entonces, de detrás de él salieron muchos más, puede que una docena. Volví corriendo a mi casa. Por el camino no paraba de encontrarme más y más de esas... ¿personas? No. Es imposible que aquello fueran personas.

Cuando por fin llegué a mi casa, entré y cerré la puerta. Me la había dejado abierta. Me deslizé por ella hasta quedarme sentada. Me encogí hasta quedar en posición fetal y escondí la cara entre las piernas. Y entonces rompí a llorar. Ya no podía más. ¿Qué eran todas esas cosas? ¿Eran personas? ¿Dónde había ido todo el mundo?

-Grrr... - unos gruñidos me sacaron de mis pensamientos.

Me limpié las lágrimas con el dorso de la mano y me levanté despacio.

Los gruñidos provenían de la cocina. Me dirigí allí lo más sigilosamente que me fue posible y vi otra de esas cosas. Maldición, estaban por todas partes.

Esa cosa me vio y se dirigió hacia mi a duras penas. Pude haberme defendido en ese momento, pero no pude. El miedo me había paralizado por completo.

Entonces, esa cosa se abalanzó sobre mi, tirándome al suelo e intentó morderme. Yo intenté deshacerme de él y le dí una patada, que lo tiró hacia atrás. Corrí hasta uno de los cajones de la cocina y cogí uno de los cuchillos. Lo empuñé con fuerza, ¿de verdad iba a hacer esto? Me temblaba la mano, y las lágrimas habían vuelto a salir, pero conseguí clavarle el cuchillo. Me sequé las lágrimas rápidamente con las mangas de la camisa. El cuchillo se había clavado directamente en el cráneo de aquel monstruo. Lo había hecho, lo había matado.

Puro Instinto [Carl Grimes] (PAUSADA Y EN RIESGO DE ELIMINACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora