Ambos se sientan en primera fila, completamente erguidos, y los Gobernadores los reciben con una mirada y una sonrisa de aprobación. Tras ello, la charla sobre nuestra religión comienza, la cual se extiende durante casi una hora. Mis amigas, sobre todo Saskia, tienen los ojos como platos y brillantes, prestando atención a todo lo que dicen los Gobernadores; también hay gente bostezando disimuladamente para después llevarse una mirada asesina de la instructora Mathilda; y los milagrosos...Bueno, ellos lucen como seres inertes, tan quietos como estatuas, pero estoy casi segura de que ninguno de los dos está realmente escuchando lo que están diciendo los Gobernadores.

— Bien, y con esto, procedemos a dar inicio a la ceremonia de Purificación. — dice uno de los Gobernadores, el más viejo de todos, que es el mismo que saca un pergamino en el que están todos nuestros nombres.

Él empieza a leer los nombres completos uno a uno, y la persona a la que le correspondiera va hasta el altar y se sumerge en la bañera, agarrándose a los lados de la misma con los dedos. Todos salen completamente rojos, como si estuvieran bañados en sangre. Una vez se sumergen, todos aplaudimos y la persona que ya se ha purificado se va por una salida diferente para que así no manche a los demás. Siempre me ha dado miedo ser de las primeras, pues de ser así me perdería el resto de la ceremonia. 

El turno de Saskia llega. Cuando la llaman ella me mira con una amplia sonrisa y unos ojos cargados de emoción. Yo le aprieto la mano y le devuelvo la sonrisa, pues soy consciente de lo importante que es esto para ella. 

Observo como se sumerge en la bañera durante varios segundos para después emerger con la ropa, piel y pelo teñidos de rojo. Después de que todos le aplaudiéramos, se va por donde le corresponde.  

A continuación es el turno de Derek, pero no hay nada de interesante ni diferente en su ceremonia por ser un milagroso. Simplemente se sumerge en el agua tintada y sale casi de un salto, soltando un "guay" acompañado de una sonrisa cual niño pequeño a la vez que se marcha por su puerta. 

— Liese Astor Müller.

Cuando escucho mi nombre miro a mi al rededor por pura inercia, y después me levanto despacio, y a decir verdad, con cierta desgana. No es algo que me apasione teñir mi cuerpo entero de "sangre" y tener que estar así todo el tiempo que nos lleve regresar al Internado.

Me subo al altar con la ayuda de uno de los Gobernadores, quien sujeta con firmeza y delicadeza mi mano desde que subo hasta que me meto en la bañera. Los ojos de todos los restantes en la sala me miran, pero la mirada que realmente me pone nerviosa es la de Kay, el cual no me ha quitado ojo desde que mi nombre salió de la boca del Gobernador. 

Me acuesto dentro de la bañera y me agarro a los lados de esta para después tomar una pequeña bocanada de aire y sumergirme en el agua. Está caliente y densa. La siento manchando mi vestido blanco e impregnando mi pelo completo. 

Salgo tras uno segundos, notando como mi cuerpo pesa más al tener la ropa completamente empapada. Mi pelo negro cae hacia delante de mis hombros, goteando agua roja por todas partes. Al mirar hacia abajo veo mis manos completamente teñidas, al igual que el resto de mi cuerpo. Miro a Kay antes de salir de la bañera, el cual luce asombrado por lo que está viendo, pero no falla la expresión de superioridad en su rostro.

— Kay Meyer Schäfer. — lo llaman mientras yo estoy saliendo de la bañera.

Comienzo a caminar hacia la salida que me corresponde, pero no salgo, sino que trato de esconderme un poco en la oscuridad de esta zona para observarlo desde la sombra.

Kay se levanta con desgana de su sitio y se dirige al altar. Yo observo todos sus movimientos, su rostro, como se mueve su pelo al caminar...Todo lo visible.

PecadoresWhere stories live. Discover now