Cuentos de Paradia

1-Reboot

Años, meses, días, estaciones, generaciones, décadas, siglos, milenios, realidades, dimensiones, planos, vida, muerte, reencarnación, falsos recuerdos, vidas pasadas, deja vu, verdad, mentira. A lo largo de la creación ha estado llena de todo este tipo de pensamientos y creencias los cuales he visto desde la distancia, o bueno quizás más cerca de lo que todos imaginan. Mi nombre es Mesoun, soy la encarnación misma de la creación formado por la energía que forma todo el aura, presente en todo momento, lugar, hasta en lo que piensas. No, no soy dios, soy solo otra de sus creaciones, entender la realidad de Riel el ser creador de todo es algo tan complejo y sencillo que entenderlo se escapa de mí aun siendo todo lo que les he explicado. Pero hoy no hablare más de mi o al menos no es lo busco en este momento.

Hoy vengo a contar un historia, una que antes intento contarse pero desde el punto de vista de uno de los protagonistas era muy difícil de contar, ya que hay tantos y son de tantas eras diferentes, que contarla tratando de abarcar todo se hace imposible, así que tomare todo lo que se contó anteriormente y ahora lo contare a mi manera. Esta será la historia de una familia, una muy grande y créanme que cuando lo digo así no me refiero al padre de 17 hijos perdidos. No me refiero a algo un poco más complicado, una familia de espíritus que tras cientos y miles de años se logran reunir de nuevo.

Pero bueno la historia la comenzare en una época intermedia, no empezare por el principio porque ya es una historia contada, así que prefiero continuar desde donde quedo todo o bueno desde donde debería continuar. Zuseph Lacroix, una de los protagonistas de nuestra historia, nacida en Maracaibo estado Zulia, si no conocen el lugar es quizás porque no conoces Venezuela, una joven enamorada de un hombre llamada joan, un hombre tan cercano a ella que consideraba como su hermano mayor ¿quieren una descripción de ella? Que morbosos, ok vamos a darles una sutil descripción. Cabello Rojo carmesí largo, muy entusiasta, parlanchina y hasta cierto punto autosuficiente. ¿Esperaban una belleza despampanante? En este momento no, nuestra historia comienza en su juventud aproximadamente a sus 15 años.

La verdad si lo pienso en este momento ella era una niña en el amanecer de su vida y vaya la vida que viene. ¿Recuerdan que les dije que ella era una mujer entusiasta y parlanchina? Pues digamos que alguien rompió a esta pequeña, alguien que abuso de ella y la llevo a un mundo para el que todavía no estaba preparada, quitándole su inocencia por puro deseo carnal, a este sujeto lo llamaremos Akul.

Desde ese momento todo lo que ya les conté entro en un limbo en ese día que Zuseph cumplió sus 15 años, el día que Akul abuso de ella, toda la gente a su alrededor intento animarla, recuperarla, pero el único que estaba allí cerca para levantarla era Joan, pero aun para él era difícil el poder traerla de vuelta, era como un ser muerto en vida, pero Joan no perdía la esperanza así que siempre que podía la invitaba para recuperarla. Joan era músico, y tenía su van donde movilizaba no solo sus instrumentos sino los de su banda, cada vez que tenía un toque o solo deseaba ir a divertirse aparecía en frente de la casa de Zuseph y la recogía.

Tal vez el no veía un cambio en ella pero él no se iba rendir hasta recuperar a su hermana y este pensamiento ligado a una furia por lo que había pasado a Zuseph llevo al hecho que da inicio a nuestra historia. En una de esas salidas Zuseph y joan se dirigían a un toque de Joan:

-Joan: no será un toque largo, pero espero que te guste.

-Zuseph: estoy segura de que estará bien, eres muy bueno.

Ella decía eso casi sin ánimo como si no tuviera mucho sentido el ir a este toque. Joan la miraba de reojo, pensando en de qué manera podría levantarle el ánimo.

-Joan: anímate mija no seas pajua, estoy seguro que te gustara mucho.

-Zuseph: sí, claro.

Joan quizás no lo notaba por lo cortante que parecía, pero Zuseph hacia todo lo que podía por estar allí con él, con todo lo que pasaba por su cabeza él era el único y pequeño escape de todo.