capítulo 24

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—¡Déjame lidiar con la soledad de la mejor manera, Sophie! —murmura ofendido, mientras añade otra caja ranas de chocolates. —Tú no lo entiendes porque tienes pareja.

Veinte minutos después caminamos hacia la pequeña posada con un estropeado letrero de madera que cuelga de un oxidado soporte sobre la puerta. Tiene un dibujo de una cabeza de jabalí cortada que gotea sangre sobre la tela blanca en la que está colocada. Cuando nos acercamos a la puerta, el letrero chirria agitado por el viento y los tres vacilamos un instante.

—Cabeza de Puerco. —murmura Seamus asqueado.

Este pub no se parece en nada a Las Tres Escobas, que es un lugar limpio y acogedor. Cabeza de Puerco consiste en una sola habitación, pequeña, lúgubre y sucísima, donde se nota un fuerte olor a algo que podría tratarse de cabras.

Las ventanas tienen tanta mugre incrustrada que entra muy poca luz al exterior. Por eso el local está iluminado con cabos de cera colocados sobre las bastas mesas de madera.

—¿Por qué nos citaron en este lugar? —continua Seamus quejándose, posando la mirada en el suelo sucio.

—¿Dónde están Hermione, Harry y Ron? —pregunta Neville, girando la cabeza en todas direcciones.

No resulta difícil encontrarlos tomando en cuenta de que solo hay como tres personas en la taberna, la mayoría encapuchadas y con algo cubriéndose la cara. En una de las mesas del fondo distingo la pelirroja cabellera de mi mellizo.

—¿Es legal estar aquí? —cuestiona Seamus a Hermione.

—Claro que lo es, le pregunté al profesor Flitwick si a los alumnos les está permitido entrar a Cabeza de Puerco, y me dijo que sí, aunque me aconsejó que lleváramos nuestros propios vasos.

—Y no imagino por qué. —murmura disgustado.

El camarero sale de la trastienda y se nos acerca con sigilo. Es un anciano de aspecto gruñón, con barba y una mata de largo cabello gris. Es alto y delgado.

—¿Qué quieren? —gruñe.

—Seis cervezas de mantequilla. —contesto.

—Cinco. —corrige Seamus, y cuando el camarero se aleja susurra. —No tomaré nada de este lugar, está asqueroso.

Y señala al camarero que mete la mano debajo de la barra y saca cinco botellas sucias y cubiertas de polvo.

—Seis sickles. —dice cuando llega a nuestra mesa.

—Pago yo. —se apresura a decir Harry, y le entrega las monedas de plata.

—¿Saben qué? —murmuro mirando hacia la barra con entusiasmo. —Aquí podríamos pedir lo que quisiéramos. Apuesto algo a que ese tipo nos serviría cualquier cosa, seguro que le importa un rábano. Siempre he querido probar el whisky de fuego.

—Deberíamos de pedir uno. —se apresura a añadir Ron, poniéndose de pie para caminar hasta la barra.

—¡Ron! ¡Ahora eres prefecto! —lo regaña Hermione.

—¡Ah, sí! —exclama Ron y la sonrisa se le borra de los labios.

—Y si algún profesor descubre que has bebido whisky de fuego, te sacarán del equipo Sophie.

—Odio que siempre tengas que ser la voz de la conciencia, Hermione. —murmuro enfadada.

—¿Quién más va a venir? —pregunta Neville, arrancando el oxidado tapón de su cerveza de mantequilla y dando un sorbo.

—Sólo un par de personas. —le digo dándole un trago a mi bebida.

Hermione consulta su reloj y mira nerviosa hacia la puerta. —Ya deberían de estar aquí, estoy segura de que saben el camino... ¡Oh, miren, deben de ser ellos!

courageous| neville longbottomDove le storie prendono vita. Scoprilo ora