C4. Caliente pecado.

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Top tres de las cosas que debes hacer cuando vengas a Stowe

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Top tres de las cosas que debes hacer cuando vengas a Stowe.

Uno; visitar el bosque, es jodidamente lindo.

Dos; dar una larga caminata por el bosque, es jodidamente increíble.

Y tres: la más importante. Follar en el bosque, es jodidamente placentero.

La sola idea de follar con Zabdiel al aire libre hace que mi piel se estremezca de golpe. Follar con un extraño nunca se sintió tan bien. Es decir, no es algo recomendable de todas maneras, se supone que todas las madres tienen el tipo de charla con sus hijos sobre “nunca debes aceptar dulces de extraños” pero hey, nunca nadie me dijo “nunca aceptes una follada de un extraño”.  Es placentero. Es increíble.

Es la jodida cosa más erótica que nunca antes el ser humano podría experimentar siempre y cuando sea consensuado, quiero decir. Pero follar con Zabdiel es jodidamente excitante.
Aprieto mis piernas mientras dejo que el agua tibia recorra mi cuerpo. Son pasadas las dos de la madrugada y todo lo que hemos hecho es follar. Follamos frente a la chimenea. Follamos en el sofá de la pequeña sala. Follamos en la habitación principal, esa que mis padres siempre usaron cuando solíamos venir en las vacaciones de invierno. Follamos sobre la encimera de la cocina. Follamos sobre la mesa. Y oh, joder…vamos a follar al aire libre.

Llevo mi mano a mi feminidad tratando de calmar el ligero cosquilleo que me embarga por la sola idea porque si cierro los ojos puedo verme a mí sentada sobre el barandal de madera completamente desnuda siendo devorada por ese maldito hombre tan jodidamente caliente del que tuve la fortuna de cruzarme en mi camino –aunque en realidad fue gracias a Christopher-.

—Mara…—me llama Zabdiel del otro lado de la puerta.

—Aja…

—Traje un par de cosas para ti.—anuncia.—No fuiste demasiado especifica pero he traído algunas cosas que podrían servirte, incluso unas bragas nuevas…—me rio en voz baja.

—Gracias.—respondo sin más.

—Prepararé algo para cenar…—agrega y puedo escuchar sus pasos del otro lado de la puerta.

Dejo escapar un largo suspiro y continúo duchándome lo más rápido que puedo. Como Zabdiel ha prometido ha dejado sobre la cama una bolsa de plástico color negra. Camino con pasos lentos hasta ella y una pequeña sonrisa se forma en mis labios. Bragas nuevas con una peculiar nota. “No tocar hasta que vayamos a volver a la ciudad”.  Un vestido de una tela demasiado delgada y nada más.

Aun así avanzo hasta la pequeña cocina. Él está ahí de pie, su cuerpo cubierto solamente por su bóxer dándome una jodida vista espectacular de la fuerza que su cuerpo posee. Es como si Zabdiel De Jesús hubiese hecho creado por el mismísimo Dios.

—Vaya ¿se te ha olvidado ponerte la ropa, no?—pregunto divertida.

Zabdiel se gira sobre sus talones colocando un plato de comida sobre la mesa con una sonrisa petulante en sus labios.—Pensé que era un buen espectáculo.—anuncia encogiéndose de hombros. Me echo a reír y niego un poco.—Ven acá…te he preparado algo ligero para cenar…

ÁNGEL CAÍDO (Caídos #2)|Zabdiel De JesúsWhere stories live. Discover now