Capítulo Siete

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Esa noche, la pareja se iría a la cama juntos como de costumbre, y aunque Victoria estaba un poco nerviosa, levemente herida debido a su hija menor, estaba tranquila porque sabía que la niña estaba bien.

Se apartó el cabello negro ondulado de la cara, en su tocador, dejó escapar un suspiro suave mientras se levantaba para dirigirse a la cama, desatando su bata antes de tirarla a los pies de la cama.

-- ¿Estás bien? --preguntó Heriberto, quitándose las gafas de lectura para prestarle atención.

-- Sí, solo un poco estresada y preocupada --se subió, sentándose en una de sus piernas mientras dejaba que la otra colgara por el costado.

-- Fer está bien... No te preocupes, mi vida --colocó su mano sobre la de ella, acariciándola suavemente. -- Quiero decir, ella está en un gran problema, pero sabemos que está bien. --

-- Sí, pero ¿cuánto sale y hace este tipo de cosas delante de nuestras narices? --ella miró. -- No puedo evitar pensar que es mi culpa. --

-- ¿Por qué sería? --frunció el ceño. -- Yo soy quien la mima. --

-- Tienes razón, pero yo soy el que espiaba a María. Le presté mucha más atención cuando era pequeña y tú estabas trabajando. Me tomé un tiempo libre para cosas para ella, cuando llegó Fernanda, me di cuenta de que no. Realmente no tengo que hacerlo. Fuiste muy severo con María y yo no. Siempre tuve la intención de tratar a mis hijos por igual y supongo que no. --

-- No, Victoria... --

-- Heriberto, no discutas conmigo. No trates de darme el beneficio de la duda --negó con la cabeza. -- Soy totalmente consciente de lo que está pasando. Solo digo, si fuera por Fernanda, ni siquiera viviría conmigo. Odia hacer cosas conmigo, odia modelar, odia mi negocio a pesar de su amor por la ropa y el maquillaje. --

-- Bueno, estabas trabajando antes de que nacieran las niñas, así que no puede ser lo único que la moleste. No es como si hubieras creado una empresa para fastidiarla. --

Ella arqueó una ceja.

-- ¿Por qué no hablo con ella, o mejor aún, por qué no hacemos que María hable con ella? --

-- María está ocupada y no quiero molestarla con un lío que hice. No es tan grave e incluso si lo fuera, debería ser yo quien le hable de todos modos. --

-- Está bien --estuvo de acuerdo con un encogimiento de hombros. Mirando el reloj, -- Son las tres de la mañana, mi amor, descansemos un poco. -- Luego puso sus lentes sobre la mesa junto al libro que había estado leyendo.

-- Sí --suspiró semi y luego puso ambas piernas debajo de las sábanas y se deslizó hacia abajo.

-- Buenas noches --se inclinó y la besó.

-- Buenas noches, mi amor --luego arregló sus almohadas a su gusto y cerró los ojos.

Heriberto permitió que se sintiera cómoda y una vez que vio que lo estaba, la rodeó con el brazo, acercándola a él.

Ella puso su mano sobre la de él y lo apretó contra él, sintiéndose cálida y cómoda en su abrazo.

···

Permitiendo que sus manos vagaran por su pecho cincelado, finalmente miró al hombre alto, sintiendo instantáneamente mariposas en su centro.

-- Victoria... --susurró su nombre, diciéndolo con una forma de ternura y sinceridad; anhelando ella.

-- Osvaldo... Eres muy especial. --

-- Tú también --se inclinó para abrazarla y besar su cuello.

Amor MíoWhere stories live. Discover now