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Hendery

Toqué la puerta unas siete veces en un ritmo popular que todos conocía muy bien. La gran y moderna casa blanca lucía imponente entre todas las otras cabañas de madera y árboles frondosos, distando bastante del paisaje calmo y tradicional. Nunca comprendí del todo el afán de Xiao Wen por vivir en una casa así de espaciosa y pulcra, no se sentía para nada como un hogar. Y yo sabía por XiaoJun que no lo era. Mi casa era algo pequeña y de un solo piso en el que estaban la habitación de mis padres y la mía, pero me parecía más que suficiente para las tres personas que la ocupábamos. Era agradable cruzarme de vez en cuando con mamá o papá en el camino a la cocina, además de la sensación de seguridad que me daba el saber que tenía a mis padres a unos pasos de distancia. Esta mansión era totalmente lo opuesto a ello.

La alta puerta blanca —sí, todo era de un mismo color— se abrió con cuidado, revelando la figura de XiaoJun, su cabello blanco tan bien peinado como siempre al igual que la perfección de su vestimenta. Un par de pantalones beige junto con una camisa blanca. Es que eso parecía más un hospital que un hogar. Qué novio para más aburrido me había tocado.

Novio. La palabra seguía sonando rara en mi cabeza. Sonreí al recordar cómo fue que sucedió, una simple broma de parte mía que terminó con ambos usando esa palabra más seguido hasta que, sin comentarlo ni nada porque sabíamos que ambos lo queríamos, decidimos hacerlo serio. Sin pedidas cursis ni nada por el estilo, solo pasó.

—¿A qué esa sonrisa? —mis comisuras de aluzaron más involuntariamente a causa del tono serio fingido que usó.

—Solo recordaba cómo empezó nuestro lindo noviazgo. —respondí con total sinceridad, sabiendo bien que se venía un bufido de parte suya junto con un sonrojo en sus mejillas.

—Pfft. —y tal como lo predije, se alejó en un intento fallido de ocultar su rostro. Lástima que había alcanzado a verlo.

—¡Pero si estás todo un tomate! —reí cuando YangYang lo delató desde el gran sofá (blanco también, cabe aclarar), ganándose un almohadazo de DeJun— ¡Eh! ¡Te voy a acusar con RenJun!

Alcé una ceja mirando al mencionado, para nada interesado en los buenos golpes que se estaba llevando su pareja. YangYang pareció darse cuenta de su error, pues sacudió la cabeza y dejó de mirar al platinado y buscó ayuda en Kun, que miraba todo con una mueca de diversión.

—A mí ni me mires, yo más que nadie sé lo molesto que puedes ser a veces. —sacudió sus manos como limpiándose la responsabilidad.

YangYang resopló aún cubriéndose con sus antebrazos del ataque de almohadas— Ten no se quedaría de brazos cruzados.

—En eso tienes mucha razón. —contestó RenJun al fin apartando la vista del libro que estaba leyendo— Él se le uniría.

Y fue así como los almohadazos terminaron, con YangYang haciéndose el ofendido y DeJun riendo en el suelo sosteniendo su estómago. RenJun mantuvo un rostro serio, el brillo de burla en sus ojos delatando que también se estaba divirtiendo, mientras que Kun reía con total libertad pero de forma más calmada. Yo, por mi parte, solo me acerqué hasta quedar al otro lado de YangYang, rodeando sus hombros con mis brazos.

—Para la próxima agarra una de las esquinas y jala. No tiene tanta fuerza como siempre presume. —susurré en su oído mirando a XiaoJun, quien había escuchado todo por lo rápido que frunció el entrecejo y agarró su arma mortal.

—No mucha fuerza, ¿eh? —dijo antes de lanzarse sobre mí y pegándome mucho más fuerte que a YangYang.

—¡Ya, ya! ¡Perdón! —supliqué entre carcajadas cubriéndome unos segundos antes de aplicar la técnica que le había sugerido a YangYang. Funcionó apenas, pues DeJun había estado entrenando bastante junto a Tao y ya no era tan debilucho como antes.

LucidusHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin