Un reto hecho para aquellos autores de este shipp (Karushuu o Asakaru) que adoran hacer sufrir a mi naranja favorita.
-más información en la primera página-
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Gakushuu dejando de amar.
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Miró la copa de vino, el contenido roja casi al desbordar, decidió olfatear su aroma, olor de antaño, era un vino de los 90's si era correcto lo que decía en dicha botella. El contorno de vidrio, frágil como ya es conocido de este material.
Igual de frágil que la vida. Demasiado.
Bebió un poco, casi como si sintiese una obligación por hacerlo, faltaban tres horas, pensó mientras visualizaba su costoso reloj.
Se miró a si mismo frente a un pequeño espejo que actuaba como decoración de la mesa, su terno color negro y refinado anunciaba la obviedad del evento, sonrió al verse así mismo tan bien, sintió un leve deja vú, pero decidió omitir dicho pensamiento.
Pero cuando posó su mirada en el patio, el deja vú se hizo inevitable, su corazón se congelo, su piel posiblemente también se palideció, quiso gritar pero no podía.
Sin habla, casi con ganas de llorar. La copa estaba al borde de caer por sus temblorosas manos.
-¿Te vas a casar?-esa voz lo congeló, sintió sus ojos arder.
Allí estaba, con un terno blanco, tenía su camisa blanca y lisa, tal como la recordaba, pero manchada de sangre, dicha que bajaba de su pecho hasta sus pies.
Su rostro, su dulce rostro, ese que hace solo dos años le sonreía dulcemente, aquel que poseía cierto coqueteo y picardía, completamente apagado y reemplazado por un aura fría, con heridas y hematomas en casi todas las zonas.
Sus ojos, sus lindos ojos marrones, ellos se veían sin vida, dolidos, hinchados e incluso podría decir que desgastados.
Sus labios, sabor miel, estaban resecos y heridos.
Él no era el chico del que se enamoró, ni mucho menos, era el chico que perdió ese cruel 20 de Febrero.
La copa se estrelló contra el suelo de cuarzo, sus ojos se humedecieron.
-Shuu, tranquilo.-escuchó una voz en su oreja, pero ya era demasiado tarde, Gakushuu se había desmayado.
