5. A otro nivel.

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Narra: Stephen Hendry.


"Pequeña gatita"


Al llegar a mi oficina le indicó a la señora donde debe sentarse.

En una de las sillas frente a mi escritorio. En todo el camino voy cubriendo mi notoria erección con mi chaqueta. No quisiera que la viera y malinterprete la situación.

-Aquí estaremos más cómodos- digo sentándome frente a ella.

Enciendo mi laptop.

-Si señor- ella sonríe un poco nerviosa.

-Bien, sobre el asunto de su... Pequeña...- apoyo mis codos sobre el escritorio mirando la pantalla.

-Señor, le prometo que le voy a pagar, aunque le confieso que no estoy en las mejores condiciones económicas ahora mismo, pero...- empieza con su aburrido parloteo.

Busco rápidamente los archivos de la Señora Watson, necesitó saber más de ellas para cumplir con mi objetivo.

-Según su informe fue contratada hace unas semanas- la interrumpo enarcando una ceja.

-S-sí, su hermana se enteró de mi inestabilidad económica y me ofreció empleó- dice sonriendo.

-Mi hermana es un ángel- digo sonriendo igual. -Pero siendo sincero, ella no siempre ayuda de esa manera, usted debe ser muy buena mujer para que ella la ayude de esta forma-

Miento, mi hermana siempre está metiendo sus narices en los problemas de otras mujeres.

-Pues...- coloca un mechón de cabello detrás de su oreja.

Parecía alagada con aquel simple cumplido, sonreí de lado.

-Trabaja en el área de informática, debe ser una mujer muy inteligente... Su esposo ha de ser muy afortunado- digo leyendo el documento en mi laptop.

-Pues no tengo esposo- se apresura a decir.

-Me cuesta creer que una mujer tan hermosa no esté casada- digo fingiendo estar asombrado.

Ella baja la vista sonrojada.

Esto es demasiado fácil.

-Pues así es, Señor Hendry- murmura.

-Señora, si me permite creo que su hija necesita un poco de disciplina- la mujer frunce el ceño.

Me levanto y camino hasta ella. A ningún padre le gusta que hablen de sus hijos, asique debo cuidar mis palabras.

-Siendo usted amiga de mi hermana, deseo ayudarla con eso- me inclinó a su lado y sujeto su mano.

Otra vez se sonroja.

- ¿Cómo? - dice mirando nuestras manos.

-Hmmm, pues su hija lo que necesita es hacerse cargo de sus acciones, yo le propondré un trato que las beneficie a ambas- digo poniendo mi otra mano sobre la suya.

Perversa Obsecion.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora