2 - segunda parte

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En eso de que mi madre toma las cosas y yo miraba hacia el infinito, me doy cuenta que hay una chica cerca de nosotras.

La miré descaradamente. Ella sonreía mientras leía en una caja de cereal, me mira de reojo y abre sus ojos exageradamente. Levanté una ceja.

Con un rosa en sus mejillas vuelve su mirada a la caja roja. Mi rostro muestra confusión hasta que me doy cuenta de algo, la chica hacia gestos y... Me estaba coqueteando.

Oh.

Sonreí. Solo eso bastó para que ella siguiera haciendo lo que, creo, es coquetear me. Estás cosas no me pasan.

La chica rubia se pasa un mechón de su dorado cabello detrás de su oreja para que nada estorbara su vista. Sonreía coqueta y de vez en cuando se mordía el labio con nerviosismo.

Yo solo le sonreía amablemente, o eso creía, mientras observaba cada uno de sus movimientos.

Mamá me llama para que pasemos a buscar el resto de las cosas. Antes de cruzar al siguiente pasillo me despido con un gesto y una pequeña sonrisa. La chica tenía una cara un poco decepcionada.

A mí no me pasan estas cosas.

O al menos eso creía hasta el día de hoy.

Con una pequeña sonrisa guardaba todo lo que mi mamá leía de la lista, mientras tachaba con lapicero rojo lo que ya estaba en el carrito.

Es sorprendente como por cosas así le subes el autoestima a alguien, quiero decir que por demostrar interés hacia alguien esa persona no sé siente tan insignificante o fea. Claro, tampoco que le digas piropos asquerosos, eso en realidad hace que uno se sienta más inseguro.

—¿De dónde conoces a la chica?.— pregunta mamá.

¿Qué?.

—¿Ah?.— fingí no entender su pregunta.

—La chica rubia ¿De dónde la conoces?, ¿Estudia con tigo?.

Insiste tanto que incluso asusta. ¿Habrá visto lo que la chica hacía? Seguramente porque sino no estuviera preguntando ¿Cierto?.

De repente temí que se diera cuenta de que me comporté de manera extraña con esa chica.

—Ahmmm... No, no la conozco. Solo le sonreí.— finjo mirar distraídamente las harinas.

—Ah.— asiente y sigue su camino, no muy segura de mis palabras.

Fruncido mis labios miro a mí alrededor fingiendo estar tranquila y distraída. Así quisiera estar realmente. La verdad es que los latidos de mi corazón estaban un poco acelerados, la simple idea de que mi madre se enterara de mi sexualidad me asustaba, no solo por el escándalo que haría si no también que me quitaría el apellido y votaría de la casa, no exagero.

Me entristece pensar que mi familia no podría aceptarme como soy, no sería bienvenida a casa después de saber que su única hija era lesbiana. Si, porque eso era y la verdad es que no me sentía orgullosa de ello.

No estaba bien lo que sentía, no estaba bien ser como soy... Simplemente no lo estaba.

Sacudí la cabeza tratando de alejar todos esos pensamientos. Cada vez que me detenía a pensar en eso, mis ojos se llenaban de lágrimas. Caminamos a la caja registradora y nos detenemos para hacer la fila.

Miro a mi alrededor con fastidio. Habían muchas personas en el supermercado, y la mayoría estaba haciendo la fila para pagar. Mis ojos divagando por todo el lugar, hasta que me detengo para ver algo que llama mi atención; una cabellera rojiza. No necesitaba detallarla como para saber de quién se trataba.

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