Lo miré con los ojos entre cerrados. Mientras, Daiana lo miraba como si el fuera algún tipo de Dios griego barato. Suelto un gruñido al ver que Daiana estaba a punto de babear por un chico como el.

—Hola, Annie.— Saluda, cambiando su tono de voz a uno sexy cuando menciona mi nombre.

—¿Que quieres, Christian?.— pregunto cambiando mi tono a uno de desprecio y asco.

El sonríe forzadamente. Se voltea a la chica que lo mira con admiración. El tenía una de sus manos en su cadera y la otra posaba en la mesa.

—Ah, hola...—trata de recordar el nombre de la chica mientras frunce el ceño.

—Daiana.— decimos las dos al unísono, la diferencia era que ella lo decía con entusiasmo y yo con recelo.

—Ah, si. Daiana.—le sonríe sin ganas y vuelve su atención a mí con una mirada coqueta.

—¿Estás libre este miércoles?— pregunta inclinándose hacia mí.

—No, lo siento. Tengo que estudiar para un examen.— me excuso fingiendo pena.

—Oh.— murmura pensando a toda velocidad —¿Qué tal el sábado?— pregunta está ves más esperanzado.

Estaba a punto de poner los ojos en blanco cuando le respondí:—De verdad lo lamento, pero no tengo tiempo en toda la semana.— el iba a decir algo más pero lo interrumpo.

—Y en la siguiente. Y en la siguiente... Y en todas después de esas.— hablé en un tono suave, tratando de no escupirle todo mi veneno.

El se queda unos segundos en silencio, asombrado. meditando lo que dije, cambia su cara a una comprensiva y suspira.

¿Que...?

—Tranquila, sino tienes tiempo fuera de la escuela, haremos nuestra primera cita en el comedor. Claro, si te parece.— me quedé con la boca abierta.

Daiana, que se había quedado hipnotizada con Christian por un largo rato, por fin reacciona.

—¿Cita?— pregunta mirando de un lado a otro, a Christian y a mí. Estaba completamente pérdida.

El rubio levanta una de sus cejas con indiferencia. Gruñi por lo bajo.

—Si.— Afirmó con obviedad.

Uno de sus amigos lo llama y el le hace una seña con la mano. Se voltea hacía nosotras.

—Lamento dejar esta conversación a la mitad, pero me necesitan. Después me das tu respuesta, Annie.— guiña un ojo para luego alejarse de la mesa.

Escucho una risita y me volteé hacia la castaña. Tenía su barbilla recostada un un puño mientras una sonrisa estúpida estaba dibujada en sus perfectos labios. Fruncido mi ceño le pregunté:

—¿Que pasa?— ella desvía su mirada para mirarme, y luego contestar.

—El me guiñó un ojo.—susurro entre suspiros.

Se levanta de la silla para luego irse al salón de clases dando pequeños saltitos. Puse los ojos en blanco y luego estar detrás de ella mientras tarareaba su canción.

-

A Daiana Miller le gusta Christian Thompson desde hace tres años porque se tropezó con el haciendo que sus libros cayeran en el suelo. Ella dice que el fue muy amable, que la ayudo y que sus manos se tocaron al tratar de tomar el mismo libro. Lo más cliché posible, la única diferencia es que él no sintió las mariposas en el estómago como dijo ella.

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