Capítulo 33

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Llegando a casa, el camión de mudanza nos ayudó a bajar las cosas y bueno... teníamos un montón que ordenar, muebles que subir, ropa que doblar, mallas que colgar, repisas que armar, y joder... estuvimos literalmente todo el día en eso, pero los cuartos de ambas quedaron realmente bonitos gracias a la ayuda de todos, los de esta casa eran mucho más grandes que los cuartos que teníamos en Rusia, Lucía estaba encantada, tendría más espacio para practicar sus rutinas, quería que la inscribiera en clases de ballet lo antes posible para no perder el ritmo, dijo ella, le encanta bailar ¿Cómo no? Si sus primeros años los pasó en un estudio de baile, presentaciones, concursos y programas de televisión, ella nació para ser especial, es mi niñita preciosa después de todo.

— Estoy agotada.

Dejándome caer en el sofá luego de tomar un baño con Lucía.

— Yo también — suspiró— Teníamos muchas cosas que ordenar mami.

— ¿Qué dicen si vamos por unos helados? Para que se familiaricen con las calles.

Propuso Connor.

— ¡Sí! ¡Helado! — celebró la pequeña— Hace mucho calor aquí.

Estamos en medio del verano después de todo, estaba muy caluroso.

— Yo también quiero un helado, podríamos ir a pasear al parque.

— ¡Me pondré un vestido! ¡Ya vengo!

Emocionada, subió las escaleras, cuidadosa, directo a su cuarto, en casa, siempre que no salíamos, vestíamos pijama ¿Para qué vestirse?

— Yo también me cambiaré de ropa, ya regreso, Oren ¿Vas con nosotros?

Todo lo que recibí fue un ronquido de su parte, estaba completamente frito en el sofá, todos estábamos cansados, pero como dicen, los niños jamás gastan sus baterías por completo, así que aquí vamos.

— Te espero aquí.

Respondió Connor sonriente.

— No tardamos.

Subí los escalones de dos en dos, entrando al cuarto. Si algo aprendí de todo esto de ser mamá, es que los vestidos son peligrosos, nunca sabes cuándo una ráfaga de viento puede venir, y si tienes un bebé en brazos, y si bolso colgado en el otro, ni en un millón de años podrás evitar que se te vean las bragas, así que hace mucho que no uso ese tipo de prendas, y como el día estaba lo bastante caluroso, me decidí por un ligero enterito negro, con girasoles estampados en él, unas zapatillas blancas, lentes de sol, un poco de labial rojo para no parecer muerta, y listo.

Saliendo del cuarto, me encontré con mi pequeña, iba vestida con una camiseta amarilla, una jardinera negra, y zapatillas blancas, también llevaba sus lentes de sol bien puestos sobre su cabeza.

Cosas que aprendí siendo mamá parte dos: deja conjuntos de ropa colgados en su closet, así, tomar la decisión de que ponerse será independiente y se verá preciosa se ponga lo que se ponga.

No más look de payaso. Ya me pasó.

— ¿Lista?

— ¡Lista!

Cargándola en mis brazos, bajamos los escalones rápidamente, encontrándonos con Connor quien ya nos esperaba con la puerta abierta, tan guapo como siempre.

Ya no llevaba el cabello verde, ahora lo tenía de su color natural, castaño claro, y ni les cuento como se ve en sus trajes para ir a la oficina, se ve... muy guapo la verdad.

¿Cómo no lo vi antes? Él es un muy buen partido.

— Princesa ¿Quieres ir sobre mis hombros? Los brazos de tu mami se cansarán.

La tentación del diablo #1Where stories live. Discover now