CAPÍTULO PRIMERO: OJOS DE CIELO

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Ciudad de México, México

Mayo 20, 2018

***

JULIANA

-¿Cuál me dijiste que es tu nombre?

-Juliana. Juliana Valdés.

-Permíteme un momento, por favor.

Asiento y espero pacientemente frente al mostrador de mármol que preside el enorme y elegante vestíbulo del edificio imponente al que acabo de entrar; mientras tanto, la recepcionista se comunica directamente con la secretaria del presidente del corporativo para anunciar mi llegada y esperar instrucciones.

-Juliana, me piden que subas a presidencia -me informa la recepcionista con amabilidad-. El señor Carvajal va a recibirte personalmente, pero tendrás que esperar en la antesala de su oficina porque por ahora está atendiendo una importante reunión con sus hijos. ¿Tienes tiempo para esperar tu turno?

-Sí, claro que sí -le aseguro sin dudarlo-. Esperaré el tiempo que haga falta; quiero poder entregarle esto en su propia mano -añado señalando lo que llevo sujeto firmemente entre las mías.

-Muy bien, Juliana -me sonríe la recepcionista con simpatía y cortesía-. Entonces toma el ascensor que puedes ver desde aquí y sube hasta el último piso. Llegarás directo al área de la presidencia. La secretaria ya te espera.

-Gracias -me despido con gratitud y camino hacia los elevadores; con suerte, la espera no sea muy larga y sentiré un alivio enorme en el momento que deje esta valiosa billetera en las manos de su dueño.

***

Tomo asiento en el cómodo sillón de la sala que antecede a la oficina del señor León Carvajal. Según me indica su asistente, deberé esperar a que termine la reunión con su familia para que luego pueda atenderme. Al llegar, la señorita me ofreció alguna bebida, pero la rechacé amablemente y mejor fui a sentarme en donde se me indicó, armándome de disposición para esperar.

A mi derecha hay un ventanal enorme que llega del suelo al techo; a través del cristal se filtran los últimos rayos del sol poniente, iluminando el enorme vestíbulo. Me recargo en el espaldar del sillón mientras mis ojos se fijan, por su propia voluntad, en algún punto del horizonte.

Una sensación de cansancio empieza a calar en mis músculos; supongo que es el día de trabajo pasándome factura, pero me siento relajada y tan feliz como lo he estado desde hace un mes y medio. Bastó poner miles de kilómetros entre mi antigua vida y yo, para sentirme como si hubiera vuelto a nacer... Pero en una vida que, a diferencia de la que dejé atrás, sí disfruto, por sencilla y esforzada que sea.

Me llamo Juliana Valdés, tengo dieciocho años. Nací y crecí en San Antonio, Texas...junto a mis padres. Mi mamá se llama Lupe; mi papá se llamaba Macario, alias el Chino. Hace poco descubrí que era un sicario involucrado con un poderoso cártel de drogas. Al final, le llegó el momento de enfrentar sus crímenes y terminó ejecutado en la silla eléctrica. Si parece que lo digo con demasiada frialdad para ser mi padre de quien hablo, eso es porque para él yo nunca fui su hija; nunca me trató como si lo fuera... Al contrario, siempre encontraba el momento para hacerme sentir que no creía que lleváramos la misma sangre, y que yo no era más que una desgracia en su vida.

Mi mamá, por el contrario, es una buena mujer... Aunque con un gran defecto: su amor malsano por el Chino. Le aguantó todo; maltratos para ella, maltratos para mí, desprecios, una vida de miserias y, al final, la vergüenza de verlo morir ejecutado por ser un asesino. Aunque para ella creo que no hubo tal vergüenza, sólo un enorme pesar por haberlo perdido. Pesar que yo no comparto.

EL CIELO EN TU MIRADA - JULIANTINAHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin