Samantha se acercó muy lentamente y carraspeó para advertirle de su llegada –De parte de Danny que cojas el puto teléfono y tenéis un caso en esta dirección – comentó dándole el papel. Steve se giró y cogió el papelito entre sus manos asintiendo –Está bien, te acerco al aeropuerto y luego iré directo para allá –dijo a la par que se levantaba, Samantha negó –Creo que me voy a quedar aquí un tiempo... - comentó con una sonrisa, en cuanto Steve escuchó eso una enorme sonrisa se dibujó en su rostro y asintió –Perfecto, puedes quedarte aquí si quieres, el sofá es bastante cómodo – comentó a la par que Samantha negaba – Me buscaré un apartamento o algún sitio donde poder dormir, no quiero causar más molestias pero... Dijiste algo de un trabajo y me interesa – comentó rascándose la nuca mirando hacia otro lado –Mi padre me ha amenazado con quitarme la herencia, cosa que me es indiferente, si vuelvo a una misión a algún país peligroso, como Afganistán, me ha prohibido dedicarme a lo que él se ha dedicado toda su vida durante un tiempo... Parezco la chica de los recados de los veteranos que están aquí de subsidio, entiéndase a Jo como uno – explicó la chica y acabó suspirando –No quiero seguir siendo la chica de los recados, me adapto fácilmente y no tengo por qué dejar el ejército si trabajo para un capitán de fragata, ¿no? –preguntó divertida. Steve dibujó una sonrisa en sus labios –Bien, necesito que estés en la sede, controlándolo todo, dedícate a los ordenadores, es lo que mejor se te da, ¿no? Se nos ha ido un importante miembro del equipo y puedes ser su... Bueno puedes reemplazarla –musitó abriendo las manos esperando una respuesta. Samantha se lo pensó unos segundos y luego asintió –Me gusta la idea – musitó entrando en la casa para cambiarse.

-Peeero... Yo quiero acompañaros al escenario y todo eso, sé disparar si es lo que te preocupa – dijo Samantha entrando en el coche. Steve la miró y asintió – Eres una más, harás lo mismo que todos solo que... Tendré un ojo encima de ti porque tu padre me puede cortar en cachitos y mandarme a partes diferentes del mundo y no queremos eso, ¿verdad? – Samantha soltó una carcajada y asintió. Cuando llegaron al escenario del crimen tanto Chin como Kono se quedaron un poco pillados por ver a Samantha ahí – Hola jefe, tenemos el cuerpo a cinco metros por allí – señaló Kono hacia el Este y saludó a Samantha con un pequeño abrazo, se habían hecho más o menos amigas durante su estancia en el hospital. Chin saludó con un movimiento de cabeza y comenzaron a caminar hacia el cadáver.

Samantha se echó para atrás unos pasos cuando vio un cuerpo troceado esparcido por toda la carretera – Y supongo que un camión no ha podido ser, ¿no? – preguntó tapándose la boca como si fuera a vomitar, era bastante desagradable. Steve la miró -¿Estás bien? – Samantha asintió y respiró hondo – Joder se habrá quedado a gusto, ¿no? – preguntó Danny al llegar junto a sus compañeros mirando la escena - ¿Qué sabemos del cadáver? – preguntó dando una palmada y caminando hacia otro lado para no tener que ver aquello – Hola Samantha, me alegro de verte por aquí – comentó sonriente, tan bipolar como siempre. –Por ahora poco sabemos, tendremos que dejar que Max haga su trabajo y esperar a que nos den por lo menos un nombre por el que poder empezar- Steve asintió – Os llamo cuando haya un nombre, podéis ir a hacer lo que os plazca, sin trabajo no os puedo retener aquí... Sois libres pajarillos - comentó encogiéndose de hombros y dirigiéndose a su coche. Samantha lo siguió y se montó en el asiento del copiloto - ¿Y bien? ¿Quieres ir a hacer algo? Hay playas estupendas – preguntó Steve apoyando las manos en el volante. Danny dio en la ventanilla de Samantha y ésta la bajó – Quiero decirte que te quiero, has hecho que Steve deje de conducir mi coche para conducir el tuyo – le dio un beso en la mejilla a Samantha – No te emociones Danno, dentro de nada estaré conduciendo el tuyo con Samantha en el asiento trasero, ¿verdad? –preguntó con una de esas sonrisas que provocaban que Danny quisiera matarle. Samantha soltó una carcajada –No sé, en el de atrás suelo marearme – añadió la chica soltando una carcajada mirando la cara de angustia de Danny – Es broma, iré atrás si es necesario – aclaró con su dulce vocecita – Steve me encanta esta chica – añadió yendo hacia su coche, podría aprovechar el día para estar con Amber.

-Quiero que me lleves a... Tu playa favorita – pidió Samantha con una sonrisa. Steve asintió y comenzó a conducir – Está un poco lejos, pero es preciosa, vale la pena... Samantha, ¿qué recuerdas de ayer? – preguntó mirándola de reojo con nerviosismo, ella tragó saliva y suspiró –Que te besé y que no me apartaste por educación – argumentó ella, dando por sentado que Steve no quería que aquello pasase. Steve suspiró y miró a la carretera. El camino fue en silencio totalmente, de no ser porque Samantha odia el silencio y estarse quieta que acabó poniendo música y cantando la canción que sonaba como si estuviera en un concierto. A Steve le sorprendió que fuera tan natural como parecía en ese momento, que estando él delante ella hiciera el payaso como si no hubiera mañana, sonrió como un idiota mirándola en el semáforo y luego continuó conduciendo hasta una bonita y preciosa cala.

Se bajó del coche mirando a todos lados, era una preciosidad – Dios mío, es preciosa – musitó dando vueltas en la arena, había sido lista y se había puesto un bañador debajo por si acababa paseando por alguna playa, por eso, en parte, se había quedado en Hawaii. Se quitó los zapatos y los dejó en la parte de atrás del coche de Steve y comenzó a corretear por la playa. Steve se quedó flipando en colores ante la pelirroja corriendo por todos lados y sonrió ante su naturalidad. No le quitaba ojo de encima. Cogió un par de toallas y se dirigió a un lugar cerca del mar para poder ver las olas sin necesidad de mojarse, aunque eso no había sido nunca un problema.

Samantha corrió durante un rato más para arriba y para abajo como si estuviera haciendo una de sus rutas habituales por las calles de su ciudad y acabó tirándose en la toalla a tomar el sol – No te cansas, ¿eh? – pregunto Steve al verla tumbada y ella negó – Para nada, es lo que tiene ser hiperactiva, no puedes parar en todo el día, cuando duermo bien del todo es cuando me agoto yo misma y, créeme, agotarme a mí misma es una tortura china – dijo mientras reía girándose para mirarle a los ojos – Siento las preguntas que te hice, no tenía derecho a hacerte pensar en todo eso que se te puede venir encima en cualquier momento, darle calmantes a una hiperactiva es una mala opción, ahórratelo para la próxima – dijo divertida mirándole unos segundos y luego cerrando los ojos disfrutando del sol –Bueno, si te pones tan divertida cuando tomas calmantes, puede que te los dé más a menudo – comentó sonriendo de lado con indiferencia. Samantha frunció el ceño - ¿Divertida? – preguntó extrañada. Steve asintió – Sí sí, muy divertida señorita Bom – cuando Steve dijo eso las mejillas de Samantha se tornaron en un rojo casi más rojo que su cabellera, se tapó los ojos y suspiró – Como no tenía bastante con besarte también hice esa clase de gilipolleces, ¿no? – preguntó casi regañándose a sí misma.

-Mírala si se ha puesto colorada y todo, muy mona ella, parece hasta inocente – comentó divertido mientras se reía de ella – Mcgarrett vete un poquito a la mierda – dijo escondiendo la cabeza antes de notar como el chico le hacía cosquillas y comenzó a reírse a carcajada limpia, tenía más cosquillas que un niño pequeño. –Ay, para, para, paraaaaa – se quejaba y se revolvía ella aunque estaba sujeta por Steve, el cual se había colocado encima de ella para que no se moviera - ¿O si no qué? – preguntó divertido mientras seguía haciéndole cosquillas – Bueno, sino puedo patearte el culo – exclamó mientras reía y seguía removiéndose. Steve no paraba y la única salida que encontró Samantha para eso era besarle, así que lo hizo se las arregló para rodearle el cuello y sellar sus labios con los de él. – Funcionó – musitó divertida cuando el beso terminó, había sido un beso muy bonito y estaba cargado de algo, quizás sentimientos, quizás miedo, quizás locura, nadie lo sabía con exactitud. – Eso es trampa – se quejó Steve sin dejar que Samantha se moviera ni un centímetro perdiéndose en sus oscuros ojos, se aproximó para volver a fundirse en un beso con ella, pero de repente se apartó, se levantó y se fue al coche. Samantha parpadeó confusa y se incorporó para mirar lo que pasaba, Steve estaba dentro del coche con la cabeza entre las manos. Samantha le dio su tiempo para que se calmara y pusiera en orden sus pensamientos, se tumbó y dejó que su piel absorbiera todo el sol posible pensando en cómo acercarse a él para hablar.

Último disparo (Steve Mcgarrett)Where stories live. Discover now