Caminó sigiloso sin quitar sus ojos de encima, oyendo el sonido de sus zapatos en la acera mientras se acercaban al parque y repasando paso a paso las instrucciones de Drake. Faltaba tan poco que sus manos transpiraban sintiendo la humedad del pañuelo en su bolsillo. Se detuvo e inspiró hondo mientras asomaba su ojo izquierdo por el costado.

Se acercaba, faltaban apenas unos pasos. Apretó el pañuelo con firmeza y mientras un trueno estremecedor resonó y el cielo se iluminó con un rayo, tomó al empleado que la acompañaba por la espalda y apoyó el pañuelo sobre su nariz.

Solo se oyó un murmullo y el grito de la señorita Miller. El muchacho dio unos manotazos al aire en su afán por defenderse y de inmediato cayó con flacidez sobre Byrion. Lo dejó en el suelo mientras ella echaba a correr por la acera hacia el carruaje que aguardaba lejano. Su respirar acelerado le obligaba a resoplar las gotas de agua que golpeaban su rostro mientras corría tras ella sintiendo sus piernas quejarse por el esfuerzo. Por un instante temió no alcanzarla pero ella trastabilló dándole tiempo para que extendiera su brazo lo suficiente para tomarla y girarla hacia él.

El grito de ella golpeó su rostro haciendo caer en cuenta que permanecían a la vista de cualquier valiente que al igual que ellos se atreviera a salir en medio de la tormenta. Tapó su boca de inmediato sintiendo sus dientes clavándose en su mano mientras la empujaba hacia la oscuridad del rincón.

— ¡Ahh! —Masculló dolorido. Tomó el palo de su costado y lo aproximó lo suficiente a su cabeza. — ¡Si vuelve a morderme, si grita, si me golpea, no dudaré en jalar el gatillo! —dijo amenazante ante sus ojos asustadizos que repletos de lágrimas asintieron. — ¡Deme la maldita nota! ¡Démela! —Exigió mientras volvía a empujar su cabeza con el palo que simulaba el cañón del arma.

Ella nerviosa revolvía entre su capa y el vestido. Las telas húmedas parecían más pesadas de lo habitual, y sus pliegues se percibían infinitos, impidiendo encontrar el pequeño bolso de terciopelo oculto en su cintura. Sin quitar sus ojos de aquellos amenazantes que no dejaban de presionar su sien, escarbó con sus dedos temblorosos en busca de la carta que le habían encomendado.

— ¡Apúrese! —Le increpó al sentir las ruedas de algún carruaje. Su grito apremiante solo hizo que el bolso resbalara de sus manos temblorosas y cayera al suelo. Rápidamente intentó tomarlo pero Byrion se adelantó, arrebatándolo y perdiéndose en la oscuridad de los interminables recovecos.

Cadence estiró su mano hacia él intentando detenerlo pero fue en vano, sólo vio el borde de su capa doblar en la penumbra y el sonido de sus zapatos golpeando los charcos mientras se alejaba.

— ¡No! ¡Por favor! —suplicó en vano. — ¡Aguarde!

Allí entre la lluvia y las grises calles, la había perdido.

Drake hizo señas al cantinero para que le alcanzara un trago más

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Drake hizo señas al cantinero para que le alcanzara un trago más. Bebió el líquido ambarino de un sorbo mientras la puerta se abría y el rostro agobiado de su amigo se asomaba tras la misma. Sus ojos se encontraron y supo que lo había logrado.

ANTE TI, SOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora