Capítulo Ocho

58 10 24
                                    

Fugo y Narancia tenían un vino, un extraño té de piña y un par de galletas sobre la mesa. Estaban atentos mirando a Abbacchio, quien se sentó frente a ellos, y tras beber un largo sorbo de vino, les empezó a contar la historia.

—Yo vivo en una zona alejada, el resto de mi "especie" por decirlo de algún modo vive en la civilización en el otro continente...

—Conozco ese sentimiento—dijo Fugo apenado

—Yo solía vivir con ellos, pero en mi país de origen me tendieron una trampa, y fui desterrado a este desierto por problemas de corrupción

—¡Pero qué malos son!—Dijo Narancia enojado— ¡Te traicionaron, eso es lo peor!

—Narancia, quédate quieto y déjalo hablar

—Perdón

—Bien, retomando la historia, aquí en la cabaña me sentía desolado, pero la gran luna azul me ha acompañado—Abbacchio sonrió y miró la luna— Allí habita un ser hermoso que me mira cada noche, siento su compañía y se que todo estará bien, porque me cuida

Narancia le hizo una señal de locura a Fugo girando su dedo cerca de su cabeza, Fugo lo detuvo, ya que era grosero lo que estaba haciendo.

—Si, tal vez la soledad me ha hecho enloquecer, pero yo se que esa figura cada noche me observa sólo a mí, y me está acompañando, y ahora han llegado ustedes. Gracias

Narancia quedó pensativo, tal vez si iba a explorar esa luna y encontraba la figura, Abbacchio ya no estaría solito.

—Oye Fugo, ¿Y si vamos con la nave a la luna azul a ver aquella figura de la que habla?

—Se que siempre te digo que no, pero creo que esta vez es una buena idea—dijo Fugo—Tal vez si exploramos el lugar, podríamos dar con aquella figura

Pasaron la noche juntos en una cama redonda desplegada de la pared con un colchón demasiado cómodo y blando, más sábanas completamente suaves y agradables con un aroma reconfortante.

Narancia se abrazaba de Fugo y dormía tranquilamente, Fugo por su lado correspondió el abrazo, pero no lograba conciliar el sueño, pues Narancia estaba aplastando su brazo con la cabeza y para Fugo era extraña aquella sensación de su brazo entumecido. Intento quitarlo procurando no despertarlo, y al moverlo lentamente Narancia se abrazó más fuerte a Fugo y susurró entre sueños.

"Mami Mela"

A Fugo le causó mucha ternura, a pesar que en su planeta no se desarrollaba afecto alguno hacia los progenitores, de alguna forma aquel sentimiento terrícola le lograba conmoverse.

Suavemente se acercó y besó su cabellera un poco nervioso. Al notar que el sentimiento era extraño pero muy satisfactorio, se acomodó para seguir durmiendo, pero pasó a llevar la palanca mientras movía su brazo para incorporarlo junto a Narancia, y la cama regresó a la pared, aplastando a ambos chicos.

Al día siguiente, Abbacchio se levantó a ver sus huéspedes, con la intención de pedirles que preparen algo de desayunar como paga por pasar la noche cómodamente en una de las camas más cómodas de aquella galaxia. No obstante, encontró la cama pegada a la pared al igual que cuando estaba guardada, y leves gritos de dolor tras el muro.

Ya en la cocina, Narancia sacó unos huevos grandes del congelador y vio que eran morados. Al quebrar la cáscara y colocarlo en un sartén cuadrado con un teflón muy resbaladizo vio que su interior constaba de yema negra y clara violeta. Iba a tirar la cáscara a un incinerador casero cuando Abbacchio lo detuvo.

—¡Qué putas haces niñita terrícola!

—Oye yo no soy niña, soy un hombre

—Vaya. Pensé que eras una hembra de tu especie, como sea. ¡No tires eso!

Amor Estelar- FugoNaraWhere stories live. Discover now