24.- Algorithm.

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Oh, sí.

Ellos se estaban mirando a los ojos, ambos adultos parecían no entender lo que estaba pasando porque ninguno de los tres chicos había dicho nada, Emma sostuvo a Ray porque pensó que en cualquier momento se iba a desvanecer.

—¿Qué pasa chicos?— preguntaron ambos adultos aún sin entender sus actitudes.

—Eh, nada grave.— habló, por fin Ray, quitando la vista de encima de Norman para moverla hasta donde estaba su madre de pie al lado de su pareja. Y entonces lo observó a él, eran iguales, casi exactamente iguales a decir verdad. Tal vez por eso su subconsciente hacía que se sintiera preocupado desde que supo que el tal James iba a irse a vivir con ellos.

—Así es, padre... Nada grave.— reiteró Norman, con un extraño tono de voz, pero dando una sonrisa ambos adultos en concreto.

—¿Ya se conocían? Intuyo que si.— avanzó la mujer hasta llegar al frente de Ray lo inspeccionó con la mirada y supuso que algo no estaba bien, por lo pálido que se había puesto, le tocó las mejillas.

—Sí, éramos compañeros. Los tres.— confirmó Norman, aún con su sonrisa sacarrona. El hombre fingía no entender nada, aunque estaba perfectamente enterado.

—¡Vaya! Que pequeño es el mundo.— en cambio la madre del azabache parecía totalmente ajena a la situación tan incómoda que se había formado en ese corto lapso. —Entonces espero que se lleven muy bien el tiempo que Norman esté aquí. ¿Les apetece la cena?— preguntó para todos. Y para no verse tan descubierto; James asintió avanzando hasta la cocina con la mujer, dejando a los adolescentes juntos y solos.

—Ray...— Murmuró Emma, aferrada al brazo del mencionado, porque sentía que en cualquier momento Norman se le echaba encima con la mirada de muerte que le estaba dando. Pero el chico no respondió, ni siquiera sé movió de su lugar. Estaba procesando aún las cosas.

Sabía que en algún momento tenía que enfrentar y disculpase con Norman. Pero no de esa manera, aún no estaba listo.

Aclaró su garganta antes de hablar, porque sinceramente la incomodidad lo estaba carcomiendo desde dentro.

—No hagas esfuerzo.— Murmuró Norman, haciendo caso omiso de la existencia de Emma, se acercó a Ray quedando frente a él. Y por reflejo el chico dió la mitad de un paso hacia enfrente, dejando a Emma detrás suyo, ella entendió que era por protección, y se quedó así. —Esperemos que ésto les dure, Ray.— él subió la mano a la mejilla de Ray, y lo miró a los ojos. Se petrificó por lo frío de esos ojos azules, y apretó la mano que sostenía de Emma. El rubio giró la vista en dirección a la chica, soltando una risa que era burla. —Lo mismo para tí.— concluyó, e intentó repetir el acto con Emma, pero Ray dió un manotazo a la mano pálida del rubio para impedirlo y el recibidor del golpe frunció las cejas.

—Emma no tiene nada que ver en ésto, Norman.—  refutó visiblemente molesto, dando un paso adelante, mismo que hizo retroceder a Norman.

—Hablemos de ésto después... Y solos.— Musitó molesto y pasó de largo a ambos.

—¡Ray!— Emma lo abrazó fuertemente cuando el causante de su temor se hubo ido, Ray correspondió un tanto nervioso. Tenía que resistir el tiempo que iba a quedarse Norman. Y también tenía un poco de temor por lo que había dicho y el tono que había usado.

—Tranquila... Ésto es mi culpa y yo lo tengo que resolver... Pero no me gustó para nada lo que intentó hacer.— explicó dando caricias suaves y tranquilizadoras en el cabello de Emma. —Intenta no quedarte sola con él. De cualquier manera estaré contigo todo lo que pueda...— advirtió el Chico y volvió a rodearla con los brazos.

It Makes Me Ill.Where stories live. Discover now