Títeres.

Títeres.

Títeres.

Obligados o no, las decisiones propias allí no valían, las personas estaban atadas a unos rejas de oro, yo al igual que la mayoría lo estaba.

Pero, ¿qué hacía allí entonces?

Salí de la cafetería esquivando al resto y corrí en zigzag para llegar a tiempo a mi clase de la tarde; Combate y defensa personal había sido mi mayor reto hasta ahora. La Vellty Danforth de todos los días era una niña escuálida con piernas de pollo, aunque mi cabeza fuera una máquina y mis movimientos fuesen meticulosos no sabría qué hacer al momento de los golpes, sería una pieza frágil y odiaba eso.

Podían agarrarme y partir mi cuerpo en dos, no sabría como atacar con otra cosa que no fueran jalones de pelo.

Bajé las escaleras para ir al cuarto de entrenamientos, quedaba en un piso subterráneo y, para llevar un corto tiempo dentro de ese manicomio no sabía ni el número de las recámaras.

—Puntualidad, me agrada—comentó el coach cuando me vio entrar por la pequeña puerta. Se cargaba unos ajustados pantaloncillos rojos que me congelaban la piel a simple vista ¿ese hombre no sentía los seis grados que hacían afuera?

—De hecho...

—No importa lo que ibas a decir, saco de huesos, prepara el trasero porque no tengo compasión con nadie, y puedes jurar que no la tendré contigo...

—Soy Danforth—le dije con obviedad.

—Y yo tu coach, ¿no te jode?—fruncí los labios y él continúo: —Perfecto porque el respeto se gana, si piensas que el apellido te da una etiqueta de valor conmigo, estas equivocada, eso solo funciona con los demás ¿entendido?

—Entendido, coach.

—Nada de mierdas con los apellidos. Nada de sobornos. Nada de calma, saco de huesos, solo una vida activa y sana.

—Pero–

—Nada de peros. Solo una vida activa...

—... y sana.

—Exacto, entiendes rápido—se rascó el bigote con lentitud—. Anda a los vestuarios, comenzaremos con algo ligero debido a tu inexperiencia.

—¿Inexperiencia?

—Eres una escoba con patas, no hables tanto ¡Más acción, más acción!

Formé una sonrisa como la del Jocker y el coach se me quedó viendo.

—Deja de reír, mocosa.

—Vale, me cambio —reí por última vez antes de correr a los vestidores.

La sala de entrenamientos era espaciosa, con espejos en las paredes y en el centro un pequeño cuadro azul de combate, toda una eminencia para que te vuelvas agua de azúcar mientras el sudor corre por tu frente. Los vestidores quedaban a una puerta de separación, un estante con ropa apilada me indicaba que debía coger algo de allí, cubículos para el baño y lavamanos sencillos.

El único problema del espacio era el siguiente: Había una persona; Ailey.

Agarré un conjunto de gimnasio negro y caminé hacia un cubículo sin mirarla, ella estaba viéndose al espejo mientras se aplicaba un labial rojo con determinación.

—Vell yo...—se dio la vuelta e intentó hablar, pero fui más rápida al subir la mano y silenciarla.

—No, para ti siempre he sido y seré Danforth. Así que vuelve a tus asuntos, Riddle.

Red - [La Orden Sangrienta]Место, где живут истории. Откройте их для себя