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Ladeó la cara para visualizar mejor el golpe.

En su pómulo izquierdo había un rojizo raspón el cual hacía unos minutos dejó de sangrar. Wooyoung no se preocupó demasiado al respecto, pero no le gustaba que algo así arruinara su bonito rostro.
Dejó de mirarse al espejo para proceder a salir del baño. Había oído que en poco rato empezarían los cursos.

El bruto de Mingi le había tirado con fuerza al suelo una vez le hubo sacado del comedor casi a rastras. El rubio no sabía lo que estaba pasando ni por qué la gente parecía tomarla con él, pero lo que sí sabía es que se había ido de allí sin desayunar y con una fea herida.
Suspiró con fuerza cuando oyó numerosos pasos y voces, suponiendo que cada grupo de presos se dirigía al curso que le tocaba. Él no quería llegar tarde en su primer día, así que se acicaló rápido con las manos mientras trotaba hacia donde venía el ruido. Había costumbres que no se iban ni encerrado en prisión.

Las cosas en la Zona Este funcionaban de una manera que sorprendió a Wooyoung; nadie estaba obligado a hacer nada, pero si querían podían apuntarse al curso que quisieran. Había de botánica, cocina, jardinería, educación física, conocimientos básicos... Eran optativos y al principio no había ningún voluntario, pero cuando los años iban pasando nadie se resistía. La estancia en la cárcel llegaba a hacerse tan tediosa e insoportable que hasta el más duro accedía a hacer o aprender algo.
Aquello le pareció mucho mejor que su anterior vida.

Visualizó a un grupo de presos de lejos, y con un poco de suerte, pudo ver una cabeza bajita de rizos morenos entre ellos.

–¡Hey! –exclamó Wooyoung, consiguiendo llamar su atención y la de algunos más.

Su compañero de celda se giró ante el llamado, y cuando vio de quién se trataba puso los ojos en blanco.

–Estás mal de la cabeza, tío –le recriminó Yeosang– A quién se le ocurre enfrentar a Song Mingi...

Wooyoung trotó hasta llegar a ellos. Los demás le echaron un vistazo despectivo y regresaron a sus anteriores conversaciones. No vio a Mingi por ninguna parte, y los presos tampoco parecían prestarle demasiada atención. Él supuso que ya había pasado el mal trago que todos tenían que atravesar al entrar en la cárcel. Siguieron andando, liderados por uno de los funcionarios. Yeosang vio la cara de alivio que puso Wooyoung al sentirse mínimamente integrado.

–No creas que has superado todas las dificultades de entrar en la Zona Este sólo por haber tenido movida con Mingi –dijo el de rizos– Mientras estén los funcionarios alerta, nadie te hará nada, pero cuando tengan la guardia baja ándate al loro. Les he oído hablar, y no lo vas a tener fácil.

–¿Qué quieres decir con eso?

–Que tus problemas no han hecho más que empezar.

–Pero ¿por qué me odian?

Yeosang dejó escapar una carcajada.

–No hay motivos necesarios para eso –respondió, llegando ante una puerta por la que los presos comenzaron a pasar en fila.

Wooyoung caminaba tras Yeosang como si éste fuese capaz de protegerle de todo mal. Por alguna razón confiaba en él, y eso que este último nunca había mostrado especial simpatía con el chico.

El funcionario encargado de los presos en ese período los miró a todos con una mirada superficial una vez hubieron entrado en la sala. Wooyoung no se había parado a pensar en el taller al que acudir, simplemente tenía pensado dirigirse al curso más próximo que viera, y ese había sido el caso. Además, que Yeosang acudiera al mismo sumaba puntos.
Lo que tenían delante, llenando aquella gran sala, era todo tipo de maquinaria. Sacos de boxeo, barras, esterillas, artefactos ideados para ejercitarse. Al parecer era el curso de Educación Física. Wooyoung comprendió por qué habían acudido tantos allí. Muscularse parecía ser el objetivo de todo preso, y empezó a cuestionarse si debería ser el suyo también.

LOVER BOY - woosanHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin