chapter fifty-two

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-El soborno es cuando Harry está gritando y le dices que deje de gritar, si lo hace, recibe el caramelo. Ya se ha comportado mal y tú estás premiando ese comportamiento dándole el caramelo. Porque en cuanto se acabe el caramelo y salgan las gafas, seguirá gritando. Sólo estás deteniendo el llanto o la rabieta por el momento, no el problema completo. Estás cediendo antes de que Harry realice la conducta deseada cuando Harry debería ser recompensado DESPUÉS de que realice la conducta deseada.

-Pero Harry no quiere ponerse las gafas para nada, así que ¿cómo hago para que lo considere siquiera sin forzarlo ni a los dulces?

-Puede seguir cogiendo los dulces, James, puede coger lo que sea que le guste de verdad, pero tiene que aprender que primero tiene que hacer lo que nosotros queremos que haga. ¿Cuál es el dulce favorito de Harry en el mundo?

-Um- pensó James para sí mismo durante un par de momentos, porque cuando se trataba de dulces, a Harry le encantaban todos -¡Oh! Le gustan mucho las ranas de chocolate, le gusta verlas saltar y le gustan las tarjetas que hay dentro. Se queda mirándolas durante horas.

-Bien, ese es un artículo de alto refuerzo, ve a buscar una rana de chocolate. En realidad, coge un par de docenas, vamos a necesitar más de una.

James no tenía ni idea de lo que hablaba Renata, pero asintió con la cabeza con la instrucción de salir a buscar una rana de chocolate o, mejor dicho, un par de docenas.

En cuanto salió por la puerta, el llanto de Harry cesó al estar confundido respecto a dónde se había ido su padre, pero al mirar hacia adelante, vio a Renata sentada frente a él en la mesa de la cocina. Su pequeño par de marcos estaba apoyado en la mesa junto a ella, dejándole mirar de un lado a otro entre ellos y ella. Ella no hizo ningún movimiento hacia ellos, simplemente se sentó allí, mirándolo fijamente.

De repente, Harry deseó no haber estado llorando tanto para poder ir posiblemente al viaje con su padre o deseó que Remus o Sirius estuvieran allí para poder librarse de la tarea. Porque a juzgar por la mirada de Renata, iba a acabar llevándose esas gafas a la cara, de una forma u otra.

Mientras tanto, Renata intentaba idear alternativas en su cabeza, en lugar de limitarse a usar las ranas de chocolate con Harry. Intentó pensar en todas las cosas que le gustaban a Harry y, cuando miró hacia afuera, emitió un gruñido al considerar que seguía lloviendo. No es que fuera una sorpresa, ya que había llovido casi todos los días de esa semana.

Sólo podía esperar que el tiempo se mantuviera para la fiesta que darían a Harry la próxima semana, ya que pensaba que sería mejor celebrarla al aire libre. Renata también esperaba que Augusta no estuviera enfadada con ella para entonces porque realmente quería que Neville y Harry celebraran sus cumpleaños juntos, teniendo en cuenta que sólo les separaba un día de edad. Había enviado un par de cartas a Augusta, disculpándose por el incidente, a pesar de que Sirius le había dicho en numerosas ocasiones que no era culpa suya.

Sin embargo, lo único que quería era arreglar las cosas y si eso significaba asumir la culpa de la situación, Renata estaba dispuesta a hacerlo, sólo quería que Neville pudiera jugar con Harry. Entre él y Ron se llevaban muy bien con Harry y éste siempre disfrutaba de su compañía en la casa. Ella no quería que eso se arruinara y si eso había causado tal disgusto con Augusta, no podía imaginarse lo molesto que estaría James si se enteraba del desliz de Harry.

Pero hasta ahora, era casi como si Harry supiera la situación en la que se encontraba porque nunca llamaba a Renata "mamá" delante de James. No le importaba decirlo cuando estaban solos o en compañía de Sirius, pero siempre la llamaba "Nanata" cuando James estaba cerca.

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