-¿Necesitas algo más?

-Parece que alguien está ansiosa por qué me vaya -dijo divertida una vez más siendo fulminada por la mirada de la castaña- no, esto es todo por el momento- tomando la bolsa con la gran y costosa guitarra dentro de su caja en su interior- Te veo en la noche, dile a tu mamá que prepare brownies, los suyos son los mejores de la ciudad. Adiós Poché, gusto en conocerte. No olvides felicitar a Calle- gritaba mientras se retiraba del lugar.

-¿Felicitar?- preguntó confundida mirando hacia la puerta que la chica acababa de cruzar y luego dirigiendo la mirada con el ceño fruncido a Calle.

Daniela suspiró.

-Al fin se fue. Hora de mi descanso.

Caminaron hasta la habitación detrás del mostrador, Poché confundida y nerviosa por las palabras de aquella chica casi rubia. Siguió los pasos de Calle hasta la pequeña cocina que allí se encontraba. Una vez que se detuvieron, Calle se volteó a ver fijamente a Poché con una pequeña sonrisa.

-Hoy es mi cumpleaños.

Poché de quedó boquiabierta sin saber que decir. Ella no sabía cuándo era su cumpleaños y enterarse tan de repente fue como un baldazo de agua fría. Cuando Poché logró salir de su asombro miró hacia el suelo con un pequeño puchero en sus labios.

-No te compré nada -dijo apenada.

La mayor creyó que moriría de ternura en ese momento. Poché no se daba una idea de cuan adorable podía resultar.

-No te preocupes por eso. Está bien. No tienes que comprarme nada. Además, tu no sabías que hoy era mi cumpleaños.

Poché solo pareció ignorar sus palabras. Pero de pronto pareció tener una idea. Tomó el beanie de color gris que cubría su cabeza con ambas manos y lo tendió hacia Calle con sus manos temblando.

-No puedo aceptarlo- negando con su cabeza.

-¿No te gusta?- preguntó afligida.

-¡Por supuesto que me gusta! Me gusta desde la primera vez que te vi con él.

-Tómalo. Es tu regalo.

-¿Estás segura?

-Si.

Daniela no podía resistir ninguna petición de Poché, con las manos temblando, su cabello algo desordenado por haberse quitado el beanie y los ojos de cachorro que tenía en ese momento. Se acercó lentamente a ella tomando el beanie, rozando sus manos. De acercó un poco más y alzó sus brazos, rodeando sutilmente los brazos y la espalda de Poché, posando su cabeza en su hombro mirando en dirección contraria a su cuello. Poché quedó petrificada sin poder responder al abrazo. Nunca nadie ajeno a su familia la había abrazado, y aún así habían sido muy pocas ocasiones. Odiaba el contacto con los demás. Pero Calle era tan suave, trasmitía tanta tranquilidad y confianza a pesar de ser hiperactiva y que se la pasara gritando. El contacto con Calle no le molestó desde el principio. No solo no le molestaba. Le gustaba. Le gustaba mucho. Calle se separó de ella. Observándola con una enorme sonrisa.

-Muchas gracias, Poché. Me encanta mi regalo- dijo mientras que con sus dedos se encargaba de acomodar los mechones de cabello que el gorro había despeinado- huele a ti. Supongo que cuenta como un regalo extra- rió.

La menor se quería morir. Cada toque de Calle enviaba miles de ondas eléctricas a lo largo de todo su cuerpo. Logrando estremecerla con simples y delicados toques. Se sentía un felino deshaciéndose en las caricias de su dueño.

-Ven.

Se dirigieron hasta la mesa junto con las sillas. Una vez que la menor tomó asiento Daniela le dijo que aguardara unos momentos. Fue hacia la nevera y volvió con un recipiente bastante grande. Al abrirlo dejo a la vista una generosa cantidad de brownies en su interior.

La chica de los CDs | adaptación cachéWhere stories live. Discover now