La velada

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Cuando iba en el coche de mis padres camino a casa, me acordé de que me había olvidado el cargador del móvil en clase y de que sólo tenía un 7% de batería. ¿Qué significaba eso? Que tendría que pasarme toda la noche "incomunicada" por decirlo de alguna manera, ya que mis padres tenían que trabajar de noche.

Una hora y media después de que llegara a casa, mis padres se despidieron y se fueron a trabajar. Yo me quedé en el salón viendo la tele, esperando a que pasaran las doce para asegurarme de que no iba a ser yo la que moriría esa noche.

Diréis que estaba siendo algo exagerada. Bien es cierto que alguien podría mover el vaso, de hecho, al principio sospechaba que Anaís estaba moviendo el vaso, pero cuando el vaso dictó su nombre, todas mis sospechas de que alguien estaba moviendo el vaso se esfumaron.

Eran las 11.27 y ya no aguantaba despierta. Era viernes y me había levantado a las 7 para ir a clase y además no tenía nada que hacer, así que decidí subir a mi habitación.

Intenté pensar en cosas que no me dieran miedo, como por ejemplo en el último episodio de Juego de Tronos o en lo que haría el sábado por la tarde.
No tardé mucho en dormirme, la verdad, pensaba que no pegaría ojo en toda la noche.

Me desperté a las 3.10 aproximadamente, fui al baño sin mirarme al espejo (últimamente me daba mal rollo mirarme al espejo de noche), y volví a la cama sin darle muchas vueltas al tema de la ouija y demás.

Al día siguiente me levanté a las 10 (mis madre ya había vuelto), y fui a ver la tele con la curiosidad de si le había pasado algo a alguien, pero no lo podía saber.

Oh honey, doDonde viven las historias. Descúbrelo ahora