-Eso son tres. Le dije. ¿Y cómo que innecesario?

-Sí.

-Sabes perfectamente que lo vamos a amortizar muy bien durante muchos años.

-¿Pero tú para que quieres una bañera redonda, mucho más grande que la que tenemos y encima con hidromasaje? La que tenemos ahora también la hemos disfrutado y amortizado muy bien.

-Como tú dices te voy a dar tres rasones. Intenté imitar el acento canario, provocando que rodara sus ojos. Uno: porque siempre he querido tener una y ahora no puedes romper uno de mis sueños de la infancia; la siguiente: esa que tenemos es muy pequeña para todo lo que te quiero hacer; y tres: cuando tengamos hijos y nos duchemos juntas no hay espacio.

Bufó y se dio la vuelta para seguir su camino.

Sonreí de forma victoriosa, porque le quedaba nada para ceder. Esa última frase había sido la clave, aunque claro está, que las otras la habían conseguido debilitar.

-No pongas esa cara de victoriosa que no te he dicho que sí.

-Pero si no me estás viendo.

-Pero te conozco de sobra, Miriam Doblas.

La seguí hacia el baño donde empezó a prepararse para irse a la ducha, ya que esta tarde teníamos los premios de los 40.

Me senté en el váter viendo como se recogía el pelo en un moño.

-No me mires con esa cara.

-Es la que tengo.

-No, ahora mismo estás poniendo cara de no haber roto un plato en tu vida. Me miró intentando aparentar seriedad.

-Venga, Banana, porfa, pofaaaaaa. Me levanté para abrazarla por detrás y ponerle cara de suplica. Porfi, porfi, porfi.

-¿Te he dicho alguna vez que eres una pesada?

-Puede ser. Dije encogiéndome de hombros. Pero venga, porfa, reina. Empecé a repartir besos por todo su rostro.

-Vaale, pesada. Rodó los ojos.

-¡YASSSS! Dije victoriosa. La vamos a amortizar muy bien, ya verás.

-Más te vale.

-Nos vemos esta noche en la fiesta. Le di un beso antes de salir del baño para coger mis cosas e irme a hacer el último repaso con Las Lolas.

-¡Qué zorra! Lo que tenéis que follar aquí. – Dijo cuando terminé de contarle como lo había conseguido.

-Mejor no te doy detalles que te vienes arriba. – Le dije. – ¿A que te gusta? – Le pregunté.

-¿A quién no le gustaría esto? Si es una fantasía. – Chistó.

-Lleva luces y cinco potencias diferentes para las burbujas. – Añadí orgullosa de mi compra.

-Esto tiene que costar un pastizal.

-Pues no te voy a mentir, barata no es, pero merece mucho la pena.

-Coño, y tanto que merece la pena. – Contestó. – ¿Tú crees que si se lo digo a Pablo, me dejará?

-Ya verás como sí, cuando le digas todo lo que podéis hacer, un par de ojitos, chantaje emocional y ser tú, ya verás como lo consigues. – Contesté.

Vuelves (TERMINADA) // WarmiWhere stories live. Discover now