-Bien, nos vemos - dijo volteandose hacia la puerta evitando verla a los ojos.
-Espera -dijo apresurada y el corazón de la menor pareció detenerse en ese momento- Hmm ¿Tienes... Algo que hacer?- dijo rascando su nuca- Quiero decir, mi trabajo termina en unos veinte minutos. Podríamos ir a tomar algo. Si es que tú quieres, claro.
Poché creyó que estallaría de alegría en ese mismo momento. Apenas si sabía cómo contenerse. Se volteó y la miró con sus ojos llenos de un brillo especial.
-Me encantaría.
Ambas se dedicaron sonrisas cargadas de felicidad. Mirándose fijamente como idiotas. Sebastián rodó los ojos con una mueca de molestia y se dirigió a otra parte. Johann río un poco al observar toda la escena.
Calle hizo pasar a Poché a la pequeña habitación detrás del mostrador y le dijo que esperara en aquel lugar sentada unos minutos más hasta que su turno finalizara. Ella obedeció. Era bastante incómodo, a decir verdad, estar allí sola esperando. Cada algunos minutos veía como ingresaba alguno de ellos tres a envolver algún recado. El pelinegro la observaba de pies a cabeza con desprecio, lo cual era bastante intimidante; el castaño le dedicaba algunas simpáticas sonrisas; Daniela, bueno, ella intercambiaba algún comentario divertido cada vez que se encontraban.
Una vez transcurridos esos interminables minutos, los tres adolescentes entraron en el cuarto.
-Me cambiaré primero, llevo prisa- dijo Sebastián.
Uno a la vez fueron ingresando al baño para despojarse de su uniforme de trabajo y colocarse ropa común y abrigada debido al clima congelado de las calles.
-¿Nos vamos?- preguntó simpática.
-Si.
Poché estaba muy nerviosa. Estaba una vez más a solas, sólo la perfección en persona y ella.
Caminaban a la par. Poché siguiendo los pasos de Calle lo mejor que podía. Se extrañó bastante cuando de percató de que se dirigían a la salida del centro comercial. Efectivamente salieron de este. Decidió no hacer preguntas y se limitó a seguirla. Caminaron fuera del estacionamiento y por la acera frente a la plaza que allí se encontraba. De pronto Daniela detuvo su marcha, la menor la imitó.
-¿Te parece bien este lugar?
Poché observó que el lugar era una conocida cafetería que había estado durante varios años. El lugar tenía muy buena fama y el ambiente era confortante. Aunque ella hubiera dicho que si a cualquier lugar que Calle escogiera.
-Si
Se adentraron en el lugar. Poché miraba absolutamente todo a su alrededor. Aunque por más llamativos que resultaran todos los objetos nuevos, Calle siempre le resultaría la más hermosa y llamativa. Tomaron asiento en dos sillas enfrentadas, junto a la ventana desde la cual se podía observar la plaza. Dejando sus abrigos y la pequeña bolsa de plástico a un lado. La iluminación del lugar era tenue, no excesiva y cegadora como la del centro comercial. Tampoco había una cantidad elevada de gente. Era un lugar muy cómodo y acogedor. Poché dió gracias por ello. Daniela tomó una de las cartas del lugar y comenzó a leer la lista del menú.
-Creo que pediré un café mediano y dos muffins. Uno de chocolate y uno de frutilla ¿Que hay de tí?- preguntó sonriendo.
-Lo mismo.
-¿Estás segura? ¿No quieres otra cosa?
-No.
-Está bien.
Una simpática mesera se acercó a ellas al cabo de unos minutos y tomó la orden. Calle se encargó de pedirla.
-Estará lista en unos minutos.