you're a fucking coward

980 123 74
                                    

El par de amigos se había escapado de la habitación que compartían entre risas, en plena madrugada.
Las risas del de cabellos marrones eran las más difíciles de ocultar, provocando que el mayor de suéter celeste tuviera que golpearlo para mantenerlo callado, tratando de no reírse también.   

Llegaron con sigilo a la sala, para entonces, todo se hallaba en completa oscuridad y silencio, la calma reinaba para todos en aquella casa.

El más alto sacó el VHS con la película que iban a ver, se acercó al reproductor, encendió la televisión e introdujo el video-casete y corrió hacia el sofá, tirándose de primero. El de camisa negra y ojeras notables lo siguió, sentándose a su par.

— Más te vale que sí tengas esos veinte dólares —comentó el de mohicano celeste, viendo al más bajo, con una sonrisa de superioridad.

— Eso debería decírtelo a ti —queja, inflando sus mejillas nuevamente, viéndolo enfadado.

— ¡¡Ssshh!! —subió el volumen del televisor— ya empieza.

La película empezó y con solo la presentación de diez minutos el de ojos marrones ya estaba temblando, arrinconado contra su amigo, quien lo veía con decepción, ¿cuándo dejaría de ser un miedica?

Los minutos pasaron y Rigby solo se hacía el fuerte, evitando en todo momento esconder su rostro tras algún cojín o algo, siendo algo completamente inevitable cada que se presentaba alguna escena sangrienta o demasiado “fuerte”.
Por otro lado, su compañero se encontraba más que relajado, riéndose ante ciertas escenas en lo que comía algunas botanas que estaban ya en el sofá desde antes. Para él, la película estaba siendo de lo más aburrida y predecible, aunque claro, si bien podía estar ahora durmiendo plácidamente, prefería mil veces más demostrar su punto, el mismo que ya todos en el parque sabían.

Las horas pasaron y el de tez bronceada no hacía más que sacudirse en el lugar, sintiendo pánico hasta por el más mínimo sonido, como el rechinar de madrugada de las escaleras o el sonido de las ollas resbalandose en la cocina, todo le estaba asustando.

El más bajo estaba asustado, tenía sueño, pero su pánico tenía ventaja sobre él, ¿cuándo acabaría la película?

El mayor volteó a verlo por encima del hombro, sintiéndose mal por un momento. Lo quería mucho, en el fondo, ¿cómo pudo obligarlo a hacer algo que no le gustaba? ¿no se complacía lo suficiente con los zapes que le daba de vez en cuando?

Finalmente la película terminó, haciendo que el menor suspirase lleno de alivio, temblando, pero más aliviado de que su tortura hubiera finalizado, pero... claramente ahora quedaba otra, una tortura mayor y esa la paranoia luego de ver la película.

— Bueno —el de suéter celeste estiró sus brazos hacia arriba, haciéndolos tronar, suspirando complacido—, ya pasan de las tres... —rascó su cuello, mientras que con la mano libre apagaba el televisor por control remoto— ¿No quieres dormir?

— ¡No! —se apresuró a responder, viéndolo con los ojos hinchados, producto por la falta de sueño.

— ...¿seguro? —pregunta, viéndolo, sin estar convencido— es que te ves mal, viejo.

— ¡No estoy mal! —dijo, frotándose los ojos con las palmas de las manos, para despertarse— Podemos ir a la cochera y jugar con esa cosa de mini-hokey —sugirió, en lo que parecía ser un tono de súplica.

— No lo sé, Mapache —responde, llamándole por aquel “cariñoso” apodo que hace que el de cabellos marrones se sonroje, agradeciendo a la oscuridad por camuflar aquella reacción—. Es muy tarde y si Benson se entera que nos quedamos hasta éstas horas pues... podría despedirnos —podría sonar tonto, francamente estaba demasiado cansado como para pensar sobre lo que pudiera ocurrir si Benson los encontraba despiertos.

Scared ft. MorbyWhere stories live. Discover now