NOTA 7

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Era verano cuando mamá había decidido que sería una buena idea  contratar a alguien que nos ayudase en la finca.

Papá había muerto hace más de un año.

La cosecha estaba cerca. 

Las cuentas del alquiler se acumulaban cada vez más. 

Mamá había hecho un buen trabajo con los animales. Las vacas daban buena leche y las gallinas nos dejaban más de veinte huevos diarios, pero...

Los sembríos eran un desastre.

Y había otro problema.

Mamá no quería que Josefine y yo metamos las narices en esto.

Ella quería un nuevo futuro para nosotros, así que nos dedicábamos a estudiar la mayor parte del tiempo.

O mejor dicho, todo el tiempo.

Todo era como de costumbre, hasta que los Campbell legaron al pueblo. 

Una familia normal. 

Nada fuera de lo común.

Primero los vi a ellos. A los señores Campbell. Altos, de cabello oscuro, ojos negros y piel dorada. Parecían haber sido muy atractivos en sus años de juventud, pero ahora estaban opacados bajo un gesto de preocupación y penurias. 

Los vi de camino de la escuela a casa. Y en ese momento, mi mejor amiga, Jenny había susurrado en mi oído que tenían un hijo sexy.

Sexy, pensé.

No era una palabra que mamá solía dejarnos usar.

De hecho, podría abofetearme por ello. 

Llegué a casa y no pensé en ello.

No lo hice hasta que oí los gritos de mamá. 

—¡ESTÁN ROBÁNDOSE A LAS GALLINAS! —chillaba.

Entonces me levanté de la cama como un rayo.

Josefine no se inmutó.

A Josefine le importaba poco los problemas de mamá. Estaba muy concentrada estudiando para su ingreso a la universidad.

—Estás idiota o que —gruñí afuera de su habitación—. Mamá tiene problemas, tenemos que ayudarla. 

—¡Déjame en paz! —gritó—. Debe ser alguna de sus estúpidas gallinas que se salió otra vez del corral. 

Bajé hacia la primera planta y salí de casa corriendo. 

Entonces vi a mamá apuntando con la escopeta a un muchacho.

Y sexy se me vino a la mente al instante.

Y dudé un poco en avanzar.

Y me arreglé el cabello estúpidamente.

Y él me miró asustado y casi suplicando.

Y yo lo miré y casi quise sonreír.

Y entonces mamá presionó del gatillo. 

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Estos se están volviendo capítulos un poco extensos.

Pero bueh.

Gracias si lees hasta aquí.

Blessings.



NOTAS PARA EL AMOR DEL QUE NUNCA HABLÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora